“Profe, eso lo vi en TikTok y no es así…” Me lo contó un amigo profesor hace unos días. Y no era la primera vez que escuchaba algo así. La escena descrita —profesores que sienten cómo la palabra de un “influencer” pesa más que su propia voz en el aula, jóvenes que prefieren confiar en lo que viraliza antes que en lo que se enseña, padres que ya no respaldan a los docentes sino que se suman al cuestionamiento— no es anecdótica. Es síntoma de un cambio profundo en nuestra cultura: la erosión de la autoridad del conocimiento frente a la inmediatez
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Es importante que los críos vayan interesandose por cosas, aunque lo hagan mal, y tú les corrijas.
Si los críos van a clase para que les vomites unas lecciones que están en un libro/tablet, pues no le van a hacer ni puto caso y escucharán al xokas de turno que les diga las cosas guapas en su idioma y en su tiempo libre, que es cuando prestan atención porque es algo que les interesa porque lo han elegido ellos.
Yo cuando más aprendí en el insti fue cuando el profe nos contaba anécdotas y explicaba las cosas fuera del libro.
Pero aquí aparece la gran contradicción: saben que necesitan las redes para no quedar fuera de su círculo social, pero al mismo tiempo intuyen que esas mismas redes les despojan de identidad"
Es mejor preguntar directamente a los jóvenes como quieren que hagamos las cosas y ya esta.