Nos contamos chistes viejos de perfecta urbanidad, tú en tu esquina, yo en la mía, en el ring de los veranos liofilizados de sombras, haciendo de cada ocasión un cuadrilátero de centenares de esquinas: portento de geometría. Los dos, pero uno a uno, sopesamos el deseo de marcharnos, de abandonar la pelea y ensayar por una vez la vida sin andanadas, cada uno por su lado, cada uno por su filo mellado de impertinencias. Sin embargo, nos …