Millones de personas con depresión, ansiedad o estrés dependen de fármacos cuyo funcionamiento en el cerebro no se comprendía. Un nuevo estudio revoluciona la disciplina.
#5:
#1 No sé por qué a mí no, y no estoy suscrito. Lo dejo aquí:
Así funcionan los antidepresivos: el 'paper' que echa por tierra 50 años de psiquiatría
Millones de personas con depresión, ansiedad o estrés dependen de fármacos cuyo funcionamiento en el cerebro no se comprendía. Un nuevo estudio revoluciona la disciplina
06/03/2021 - 05:00
El de los antidepresivos quizá sea el mayor experimento en tiempo real jamás realizado en la especie humana. Millones de personas consumiendo durante décadas una serie de fármacos —cuyo funcionamiento biológico nunca ha estado muy claro— para tratar patologías como la depresión o la ansiedad, siguiendo pautas de ensayo-error. Dosis que suben y bajan, principios activos sustituidos una y otra vez: fluoxetina por escitalopram, paroxetina por sertralina o viceversa, tratando de que en algún momento la combinación de fármaco-dosis sea la adecuada y aparezcan las tres cerezas. Pero en psiquiatría, menos de la mitad de pacientes alcanzan este premio terapéutico.
Con la pandemia, se ha multiplicado el número de personas que dependen de estos medicamentos de eficacia esquiva. La OMS publicó que, debido al covid-19 y sus consecuencias, los servicios de salud mental del 93% de los países del mundo están colapsados con nuevos casos. En España, la encuesta sobre salud mental que el CIS ha publicado esta semana indica que el 16% de los españoles ha sufrido uno o más ataques de ansiedad o pánico desde el comienzo de la pandemia.
Foto: Síntomas de angustia y ansiedad son habituales durante este confinamiento.
En psiquiatría, la tesis que desde hace décadas sostiene el uso de estos fármacos se conoce como hipótesis monoaminérgica y viene a decir que la depresión o ansiedad están provocadas por una deficiencia en el nivel de neurotransmisores como la serotonina, noradrenalina y dopamina. Por tanto, en teoría, estos medicamentos eliminarían el problema al elevar la concentración de estas sustancias en el cerebro. Sin embargo, esto no es lo que siempre acaba sucediendo.
Hace unos días se publicó en la revista científica 'Cell' un artículo que lleva la vitola de revolucionario. Está dirigido por Plinio Cassaroto y Eero Castrén, dos neurocientíficos de la Universidad de Helsinki (Finlandia) que llevan años dándole vueltas a la paradoja de los antidepresivos, tratando de encontrar nuevas hipótesis alternativas que satisfagan todas las preguntas que genera la hipótesis actual y que puedan explicar la acción tanto de los antidepresivos clásicos —los primeros se empezaron a utilizar a finales de los 50 y en los 80 sufrieron una revolución con la llegada de los inhibidores de la recaptación de la serotonina— como de los más modernos. A ellos se unió hace unos años el español Rafael Moliner, que hoy figura entre la lista de autores del celebrado 'paper' que explica, al fin, cómo funcionan estos populares fármacos o por qué, a menudo, no funcionan.
Moliner, quien se graduó en Bioquímica en la Universidad de Barcelona, se especializó pronto en el estudio de la depresión a un nivel molecular. Qué pasa ahí dentro. Tras entrar en contacto con el trabajo de Castrén y su aproximación alternativa a la hipótesis imperante, cogió las maletas rumbo a Finlandia y se presentó ante el venerado neurocientífico. "Ahí comencé a trabajar en el maravilloso mundo de los mecanismos moleculares de los antidepresivos", explica en entrevista con El Confidencial.
placeholderMoliner, en el laboratorio. (Cedida)
Moliner, en el laboratorio. (Cedida)
PREGUNTA: Pese a todo lo que desconocemos sobre los antidepresivos, desde hace décadas se están recetando a millones de personas. ¿Qué era exactamente lo que trataban de saber sobre ellos con este estudio?
RESPUESTA: Probablemente ha oído hablar de la hipótesis monoaminérgica, que es con la que llevamos trabajando muchas décadas, desde que se comenzaron a comercializar los primeros antidepresivos basados en la teoría de que, cuando la serotonina o la noradrenalina están bajas, ahí está la razón bioquímica de la depresión. ¿Qué pasa? Pese a que llevamos muchos años diseñando fármacos que tienen como diana estos sistemas de neurotransmisores, aún estamos lejos de obtener los resultados ideales. De hecho solo ⅓ de pacientes con depresión responden satisfactoriamente a estos tratamientos, lo cual es un problema grande, porque significa que los otros ⅔ solo responden parcialmente o no responden para nada.
No está tan claro como pensábamos antes que tener la serotonina o la noradrenalina bajas equivalga a tener depresión y que lo que haya que hacer es aumentarlas. También teníamos otras cosas que nos indicaban que esto no era toda la historia. Los antidepresivos clásicos como la fluoxetina, el Prozac, tardan normalmente semanas en empezar a actuar, pero a nivel sináptico sabemos que estos fármacos comienzan a incrementar la concentración de serotonina inmediatamente; entonces, había algo que para nosotros no cuadraba.
P: Sin embargo, esta hipótesis sobre el origen de la depresión ha imperado durante años y todavía sigue haciéndolo.
R: Hace muchos años que, en nuestro laboratorio, Eero Castrén investiga los mecanismos detrás de los antidepresivos. Hace unas dos décadas o así empezamos a entrever que la neuroplasticidad era algo clave.
Foto: Imagen: Learte
Sin cita con el psiquiatra por el coronavirus: el tsunami en la salud mental
Investigación: Ángela Bernardo Investigación: María Álvarez del Vayo Entrevistas: Olalla Tuñas Visualizaciones: Antonio Hernández
En 2008, Castrén, en colaboración con el laboratorio de Lamberto Maffei en Italia, publicó un artículo en 'Science' que era bastante rompedor en el campo de los antidepresivos, que mostraba que efectivamente lo que hacen estos fármacos es aumentar la neuroplasticidad después de dosificarlos de manera crónica durante semanas. Trabajaron con ratones que eran ambliópicos, es decir, que no veían bien con los dos ojos, similar a esos niños con síndrome del ojo vago en los que el parche busca potenciar que ese ‘ojo vago’ haga las conexiones adecuadas en el sistema primario visual para que ambos tengan una misma agudeza.
Nosotros teníamos ratones ambliópicos y veíamos que cuando eran adultos, aunque les pusieras el parche, el sistema era ya tan rígido que no podíamos reconectar sus cerebros del mismo modo; al contrario que pasa con los niños, cuya plasticidad neuronal ofrece unos resultados mucho más activos. Sin embargo, con el uso de fluoxetina logramos recuperar funciones visuales en ratones ambliópicos adultos.
"Interpretamos que los antidepresivos solo tienen efectos terapéuticos cuando se combinan con psicoterapia"
En otro estudio de 2011, también publicado en ‘Science’, demostramos que el tratamiento crónico con fluoxetina incrementaba la plasticidad en circuitos neuronales involucrados en la respuesta al miedo, facilitando una suerte de 'psicoterapia' para ratones que les hacía mostrarse menos estresados en situaciones que asociaban con un estímulo negativo. Sin embargo, y esto fue lo más interesante, los ratones tratados con fluoxetina que no tuvieron sesiones de 'psicoterapia' no respondieron igual, sino que se mostraban mucho más estresados. Interpretamos esto como que los antidepresivos solo tienen efectos terapéuticos cuando se combinan con psicoterapia.
P: Porque los fármacos mejoraban la plasticidad y lograban devolver al cerebro esa capacidad de adaptación.
R: Exactamente. Y lo que hemos descubierto es que si estos medicamentos funcionan a base de incrementar la plasticidad del cerebro adulto, lo que básicamente hacen es incrementar el efecto que el entorno tiene sobre el cerebro. Dar estos fármacos en sí no tiene por qué ser terapéutico, solo incrementan esa neuroplasticidad. El problema es que hasta hace muy poco no teníamos claro cuál era este mecanismo molecular que permitía a los antidepresivos potenciar la plasticidad.
En el laboratorio llevamos también mucho tiempo trabajando con las neurotrofinas, que a nivel biológico son uno de los principales reguladores de la neuroplasticidad, tanto desde la etapa en la que somos bebés —cuando el cerebro es como una esponja— hasta en la más adulta, en la que todavía mantenemos algo de neuroplasticidad; de lo contrario no podríamos aprender nada nuevo.
"Todas estas drogas lo que nos están haciendo es más sensibles a nuestro entorno"
Lo que es revolucionario de nuestro 'paper' es que hemos descubierto que los antidepresivos —tanto los clásicos como los más nuevos, como la ketamina, que es un antidepresivo de acción rápida y actúa en horas, no necesita esas semanas— todos tienen en común que se unen directamente al receptor TrkB, que es el receptor del factor neurotrófico derivado del cerebro o, en inglés, BDNF, clave para la neuroplasticidad en mamíferos y otros vertebrados en general.
P: ¿Por qué sospechaban de ese receptor en particular?
R: Hasta ahora llevábamos años dándole vueltas a cómo estas medicinas incrementan la plasticidad. Había modelos que intentaban explicarlo, pero no proponían un mecanismo unificado para la acción de los antidepresivos en general, porque se suponía que los clásicos y los más nuevos actuaban sobre receptores diferentes. Unos cuantos sospechábamos "¿y no puede ser un efecto directo sobre el receptor TrkB?", pero nos costaba ponernos manos a la obra porque nos parecía demasiado rompedor. Era una locura que rompía todo lo que el campo de la psiquiatría llevaba 50 años siendo. Pero entonces llegó un 'postdoc' a nuestro laboratorio, Plinio Casarotto, que es mi supervisor y dijo: "No, no, vamos a probar esto". Y cinco años después aquí estamos, descubriendo que todas estas drogas lo que están haciendo es facilitar la activación del receptor TrkB, lo cual incrementa la plasticidad del cerebro adulto: nos hace más sensibles a nuestro entorno; si los factores ambientales son positivos, maravilloso, eso es lo que va a hacer el efecto terapéutico y esto explica por qué la combinación de psicoterapia con antidepresivos es el tratamiento más ef
Tiene muro de suscripción pero con extensiones de navegador como reader view se puede leer (añado, o el modo lectura de firefox, como dice #2 ), el artículo es interesante, sin embargo voto "muro de pago".
#1 No sé por qué a mí no, y no estoy suscrito. Lo dejo aquí:
Así funcionan los antidepresivos: el 'paper' que echa por tierra 50 años de psiquiatría
Millones de personas con depresión, ansiedad o estrés dependen de fármacos cuyo funcionamiento en el cerebro no se comprendía. Un nuevo estudio revoluciona la disciplina
06/03/2021 - 05:00
El de los antidepresivos quizá sea el mayor experimento en tiempo real jamás realizado en la especie humana. Millones de personas consumiendo durante décadas una serie de fármacos —cuyo funcionamiento biológico nunca ha estado muy claro— para tratar patologías como la depresión o la ansiedad, siguiendo pautas de ensayo-error. Dosis que suben y bajan, principios activos sustituidos una y otra vez: fluoxetina por escitalopram, paroxetina por sertralina o viceversa, tratando de que en algún momento la combinación de fármaco-dosis sea la adecuada y aparezcan las tres cerezas. Pero en psiquiatría, menos de la mitad de pacientes alcanzan este premio terapéutico.
Con la pandemia, se ha multiplicado el número de personas que dependen de estos medicamentos de eficacia esquiva. La OMS publicó que, debido al covid-19 y sus consecuencias, los servicios de salud mental del 93% de los países del mundo están colapsados con nuevos casos. En España, la encuesta sobre salud mental que el CIS ha publicado esta semana indica que el 16% de los españoles ha sufrido uno o más ataques de ansiedad o pánico desde el comienzo de la pandemia.
Foto: Síntomas de angustia y ansiedad son habituales durante este confinamiento.
En psiquiatría, la tesis que desde hace décadas sostiene el uso de estos fármacos se conoce como hipótesis monoaminérgica y viene a decir que la depresión o ansiedad están provocadas por una deficiencia en el nivel de neurotransmisores como la serotonina, noradrenalina y dopamina. Por tanto, en teoría, estos medicamentos eliminarían el problema al elevar la concentración de estas sustancias en el cerebro. Sin embargo, esto no es lo que siempre acaba sucediendo.
Hace unos días se publicó en la revista científica 'Cell' un artículo que lleva la vitola de revolucionario. Está dirigido por Plinio Cassaroto y Eero Castrén, dos neurocientíficos de la Universidad de Helsinki (Finlandia) que llevan años dándole vueltas a la paradoja de los antidepresivos, tratando de encontrar nuevas hipótesis alternativas que satisfagan todas las preguntas que genera la hipótesis actual y que puedan explicar la acción tanto de los antidepresivos clásicos —los primeros se empezaron a utilizar a finales de los 50 y en los 80 sufrieron una revolución con la llegada de los inhibidores de la recaptación de la serotonina— como de los más modernos. A ellos se unió hace unos años el español Rafael Moliner, que hoy figura entre la lista de autores del celebrado 'paper' que explica, al fin, cómo funcionan estos populares fármacos o por qué, a menudo, no funcionan.
Moliner, quien se graduó en Bioquímica en la Universidad de Barcelona, se especializó pronto en el estudio de la depresión a un nivel molecular. Qué pasa ahí dentro. Tras entrar en contacto con el trabajo de Castrén y su aproximación alternativa a la hipótesis imperante, cogió las maletas rumbo a Finlandia y se presentó ante el venerado neurocientífico. "Ahí comencé a trabajar en el maravilloso mundo de los mecanismos moleculares de los antidepresivos", explica en entrevista con El Confidencial.
placeholderMoliner, en el laboratorio. (Cedida)
Moliner, en el laboratorio. (Cedida)
PREGUNTA: Pese a todo lo que desconocemos sobre los antidepresivos, desde hace décadas se están recetando a millones de personas. ¿Qué era exactamente lo que trataban de saber sobre ellos con este estudio?
RESPUESTA: Probablemente ha oído hablar de la hipótesis monoaminérgica, que es con la que llevamos trabajando muchas décadas, desde que se comenzaron a comercializar los primeros antidepresivos basados en la teoría de que, cuando la serotonina o la noradrenalina están bajas, ahí está la razón bioquímica de la depresión. ¿Qué pasa? Pese a que llevamos muchos años diseñando fármacos que tienen como diana estos sistemas de neurotransmisores, aún estamos lejos de obtener los resultados ideales. De hecho solo ⅓ de pacientes con depresión responden satisfactoriamente a estos tratamientos, lo cual es un problema grande, porque significa que los otros ⅔ solo responden parcialmente o no responden para nada.
No está tan claro como pensábamos antes que tener la serotonina o la noradrenalina bajas equivalga a tener depresión y que lo que haya que hacer es aumentarlas. También teníamos otras cosas que nos indicaban que esto no era toda la historia. Los antidepresivos clásicos como la fluoxetina, el Prozac, tardan normalmente semanas en empezar a actuar, pero a nivel sináptico sabemos que estos fármacos comienzan a incrementar la concentración de serotonina inmediatamente; entonces, había algo que para nosotros no cuadraba.
P: Sin embargo, esta hipótesis sobre el origen de la depresión ha imperado durante años y todavía sigue haciéndolo.
R: Hace muchos años que, en nuestro laboratorio, Eero Castrén investiga los mecanismos detrás de los antidepresivos. Hace unas dos décadas o así empezamos a entrever que la neuroplasticidad era algo clave.
Foto: Imagen: Learte
Sin cita con el psiquiatra por el coronavirus: el tsunami en la salud mental
Investigación: Ángela Bernardo Investigación: María Álvarez del Vayo Entrevistas: Olalla Tuñas Visualizaciones: Antonio Hernández
En 2008, Castrén, en colaboración con el laboratorio de Lamberto Maffei en Italia, publicó un artículo en 'Science' que era bastante rompedor en el campo de los antidepresivos, que mostraba que efectivamente lo que hacen estos fármacos es aumentar la neuroplasticidad después de dosificarlos de manera crónica durante semanas. Trabajaron con ratones que eran ambliópicos, es decir, que no veían bien con los dos ojos, similar a esos niños con síndrome del ojo vago en los que el parche busca potenciar que ese ‘ojo vago’ haga las conexiones adecuadas en el sistema primario visual para que ambos tengan una misma agudeza.
Nosotros teníamos ratones ambliópicos y veíamos que cuando eran adultos, aunque les pusieras el parche, el sistema era ya tan rígido que no podíamos reconectar sus cerebros del mismo modo; al contrario que pasa con los niños, cuya plasticidad neuronal ofrece unos resultados mucho más activos. Sin embargo, con el uso de fluoxetina logramos recuperar funciones visuales en ratones ambliópicos adultos.
"Interpretamos que los antidepresivos solo tienen efectos terapéuticos cuando se combinan con psicoterapia"
En otro estudio de 2011, también publicado en ‘Science’, demostramos que el tratamiento crónico con fluoxetina incrementaba la plasticidad en circuitos neuronales involucrados en la respuesta al miedo, facilitando una suerte de 'psicoterapia' para ratones que les hacía mostrarse menos estresados en situaciones que asociaban con un estímulo negativo. Sin embargo, y esto fue lo más interesante, los ratones tratados con fluoxetina que no tuvieron sesiones de 'psicoterapia' no respondieron igual, sino que se mostraban mucho más estresados. Interpretamos esto como que los antidepresivos solo tienen efectos terapéuticos cuando se combinan con psicoterapia.
P: Porque los fármacos mejoraban la plasticidad y lograban devolver al cerebro esa capacidad de adaptación.
R: Exactamente. Y lo que hemos descubierto es que si estos medicamentos funcionan a base de incrementar la plasticidad del cerebro adulto, lo que básicamente hacen es incrementar el efecto que el entorno tiene sobre el cerebro. Dar estos fármacos en sí no tiene por qué ser terapéutico, solo incrementan esa neuroplasticidad. El problema es que hasta hace muy poco no teníamos claro cuál era este mecanismo molecular que permitía a los antidepresivos potenciar la plasticidad.
En el laboratorio llevamos también mucho tiempo trabajando con las neurotrofinas, que a nivel biológico son uno de los principales reguladores de la neuroplasticidad, tanto desde la etapa en la que somos bebés —cuando el cerebro es como una esponja— hasta en la más adulta, en la que todavía mantenemos algo de neuroplasticidad; de lo contrario no podríamos aprender nada nuevo.
"Todas estas drogas lo que nos están haciendo es más sensibles a nuestro entorno"
Lo que es revolucionario de nuestro 'paper' es que hemos descubierto que los antidepresivos —tanto los clásicos como los más nuevos, como la ketamina, que es un antidepresivo de acción rápida y actúa en horas, no necesita esas semanas— todos tienen en común que se unen directamente al receptor TrkB, que es el receptor del factor neurotrófico derivado del cerebro o, en inglés, BDNF, clave para la neuroplasticidad en mamíferos y otros vertebrados en general.
P: ¿Por qué sospechaban de ese receptor en particular?
R: Hasta ahora llevábamos años dándole vueltas a cómo estas medicinas incrementan la plasticidad. Había modelos que intentaban explicarlo, pero no proponían un mecanismo unificado para la acción de los antidepresivos en general, porque se suponía que los clásicos y los más nuevos actuaban sobre receptores diferentes. Unos cuantos sospechábamos "¿y no puede ser un efecto directo sobre el receptor TrkB?", pero nos costaba ponernos manos a la obra porque nos parecía demasiado rompedor. Era una locura que rompía todo lo que el campo de la psiquiatría llevaba 50 años siendo. Pero entonces llegó un 'postdoc' a nuestro laboratorio, Plinio Casarotto, que es mi supervisor y dijo: "No, no, vamos a probar esto". Y cinco años después aquí estamos, descubriendo que todas estas drogas lo que están haciendo es facilitar la activación del receptor TrkB, lo cual incrementa la plasticidad del cerebro adulto: nos hace más sensibles a nuestro entorno; si los factores ambientales son positivos, maravilloso, eso es lo que va a hacer el efecto terapéutico y esto explica por qué la combinación de psicoterapia con antidepresivos es el tratamiento más ef
#6#5 eso de aumentar la plastificad del cerebro, no solo tendría aplicaciones en depresión. Tengo curiosidad por saber si por ejemplo afecta a las capacidades de aprender un idioma y todas las cosas que los niños hacen mejor que los adultos. Sería también una revolución importante.
#7
Bueno... yo me mude a Alemania con 41 y no me quedo más cojones que aprenderlo. Un entorno nuevo y diferente estimula el cerebro para aprender nuevas habilidades. Te lo puedo asegurar.
#7 Depende de si aprendes un idioma deprimente o uno alegre y divertido. Algo me dice que el aumento de aprendizaje de tacos y cochinadillas será muy rápido...
Tonterías aparte, lo que digo igual no es tan descabellado, si tu estímulo de aprendizaje (de idiomas o lo que sea) te resulta positivo, probablemente te ayude a aprender más y mejor. Si por el contrario es negativo, probablemente te estés condenando a no querer estudiar más (porque lo asociarás a estar mal, a no adelantar o aprender nada, etc.)
Si os interesa profundizar en el tema, os recomiendo mucho ver este vídeo de Joanna Moncrieff (una lástima que solo esté en inglés, explica las contradicciones del enfoque del modelo actual de prescripción de fármacos).
Joanna Moncrieff - The Myth of the Chemical Cure: The Politics of Psychiatric Drug Treatment
Su libro más conocido es "El mito de la cura química. Una crítica a la medicina psiquiátrica" en español se puede encontrar "Hablando claro. Una introducción a los fármacos psicoactivos".
También muy interesante el trabajo del profesor de la escuela de medicina de Hardvard Irving Kirsch The Emperor's New Drugs: Exploding the Antidepressant Myth (Los nuevos fármacos del emperador, destripando el mito de los antidepresivos) tiene algunos vídeos en youtube de sus conferencias.
Hay otros autores que hacen mucha referencia al asunto como el doctor Thomas Szasz, pero Moncrieff me parece mas actualizada y muy objetiva.
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#1 pon el modo lectura y lo tienes gratis.
Tiene muro de suscripción pero con extensiones de navegador como reader view se puede leer (añado, o el modo lectura de firefox, como dice #2 ), el artículo es interesante, sin embargo voto "muro de pago".
#2 en modo lectura me aparecen menos de diez frases. O está limitado o he visto entradillas más trabajadas...
#1 No sé por qué a mí no, y no estoy suscrito. Lo dejo aquí:
Así funcionan los antidepresivos: el 'paper' que echa por tierra 50 años de psiquiatría
Millones de personas con depresión, ansiedad o estrés dependen de fármacos cuyo funcionamiento en el cerebro no se comprendía. Un nuevo estudio revoluciona la disciplina
06/03/2021 - 05:00
El de los antidepresivos quizá sea el mayor experimento en tiempo real jamás realizado en la especie humana. Millones de personas consumiendo durante décadas una serie de fármacos —cuyo funcionamiento biológico nunca ha estado muy claro— para tratar patologías como la depresión o la ansiedad, siguiendo pautas de ensayo-error. Dosis que suben y bajan, principios activos sustituidos una y otra vez: fluoxetina por escitalopram, paroxetina por sertralina o viceversa, tratando de que en algún momento la combinación de fármaco-dosis sea la adecuada y aparezcan las tres cerezas. Pero en psiquiatría, menos de la mitad de pacientes alcanzan este premio terapéutico.
Con la pandemia, se ha multiplicado el número de personas que dependen de estos medicamentos de eficacia esquiva. La OMS publicó que, debido al covid-19 y sus consecuencias, los servicios de salud mental del 93% de los países del mundo están colapsados con nuevos casos. En España, la encuesta sobre salud mental que el CIS ha publicado esta semana indica que el 16% de los españoles ha sufrido uno o más ataques de ansiedad o pánico desde el comienzo de la pandemia.
Foto: Síntomas de angustia y ansiedad son habituales durante este confinamiento.
En psiquiatría, la tesis que desde hace décadas sostiene el uso de estos fármacos se conoce como hipótesis monoaminérgica y viene a decir que la depresión o ansiedad están provocadas por una deficiencia en el nivel de neurotransmisores como la serotonina, noradrenalina y dopamina. Por tanto, en teoría, estos medicamentos eliminarían el problema al elevar la concentración de estas sustancias en el cerebro. Sin embargo, esto no es lo que siempre acaba sucediendo.
Hace unos días se publicó en la revista científica 'Cell' un artículo que lleva la vitola de revolucionario. Está dirigido por Plinio Cassaroto y Eero Castrén, dos neurocientíficos de la Universidad de Helsinki (Finlandia) que llevan años dándole vueltas a la paradoja de los antidepresivos, tratando de encontrar nuevas hipótesis alternativas que satisfagan todas las preguntas que genera la hipótesis actual y que puedan explicar la acción tanto de los antidepresivos clásicos —los primeros se empezaron a utilizar a finales de los 50 y en los 80 sufrieron una revolución con la llegada de los inhibidores de la recaptación de la serotonina— como de los más modernos. A ellos se unió hace unos años el español Rafael Moliner, que hoy figura entre la lista de autores del celebrado 'paper' que explica, al fin, cómo funcionan estos populares fármacos o por qué, a menudo, no funcionan.
Moliner, quien se graduó en Bioquímica en la Universidad de Barcelona, se especializó pronto en el estudio de la depresión a un nivel molecular. Qué pasa ahí dentro. Tras entrar en contacto con el trabajo de Castrén y su aproximación alternativa a la hipótesis imperante, cogió las maletas rumbo a Finlandia y se presentó ante el venerado neurocientífico. "Ahí comencé a trabajar en el maravilloso mundo de los mecanismos moleculares de los antidepresivos", explica en entrevista con El Confidencial.
placeholderMoliner, en el laboratorio. (Cedida)
Moliner, en el laboratorio. (Cedida)
PREGUNTA: Pese a todo lo que desconocemos sobre los antidepresivos, desde hace décadas se están recetando a millones de personas. ¿Qué era exactamente lo que trataban de saber sobre ellos con este estudio?
RESPUESTA: Probablemente ha oído hablar de la hipótesis monoaminérgica, que es con la que llevamos trabajando muchas décadas, desde que se comenzaron a comercializar los primeros antidepresivos basados en la teoría de que, cuando la serotonina o la noradrenalina están bajas, ahí está la razón bioquímica de la depresión. ¿Qué pasa? Pese a que llevamos muchos años diseñando fármacos que tienen como diana estos sistemas de neurotransmisores, aún estamos lejos de obtener los resultados ideales. De hecho solo ⅓ de pacientes con depresión responden satisfactoriamente a estos tratamientos, lo cual es un problema grande, porque significa que los otros ⅔ solo responden parcialmente o no responden para nada.
No está tan claro como pensábamos antes que tener la serotonina o la noradrenalina bajas equivalga a tener depresión y que lo que haya que hacer es aumentarlas. También teníamos otras cosas que nos indicaban que esto no era toda la historia. Los antidepresivos clásicos como la fluoxetina, el Prozac, tardan normalmente semanas en empezar a actuar, pero a nivel sináptico sabemos que estos fármacos comienzan a incrementar la concentración de serotonina inmediatamente; entonces, había algo que para nosotros no cuadraba.
P: Sin embargo, esta hipótesis sobre el origen de la depresión ha imperado durante años y todavía sigue haciéndolo.
R: Hace muchos años que, en nuestro laboratorio, Eero Castrén investiga los mecanismos detrás de los antidepresivos. Hace unas dos décadas o así empezamos a entrever que la neuroplasticidad era algo clave.
Foto: Imagen: Learte
Sin cita con el psiquiatra por el coronavirus: el tsunami en la salud mental
Investigación: Ángela Bernardo Investigación: María Álvarez del Vayo Entrevistas: Olalla Tuñas Visualizaciones: Antonio Hernández
En 2008, Castrén, en colaboración con el laboratorio de Lamberto Maffei en Italia, publicó un artículo en 'Science' que era bastante rompedor en el campo de los antidepresivos, que mostraba que efectivamente lo que hacen estos fármacos es aumentar la neuroplasticidad después de dosificarlos de manera crónica durante semanas. Trabajaron con ratones que eran ambliópicos, es decir, que no veían bien con los dos ojos, similar a esos niños con síndrome del ojo vago en los que el parche busca potenciar que ese ‘ojo vago’ haga las conexiones adecuadas en el sistema primario visual para que ambos tengan una misma agudeza.
Nosotros teníamos ratones ambliópicos y veíamos que cuando eran adultos, aunque les pusieras el parche, el sistema era ya tan rígido que no podíamos reconectar sus cerebros del mismo modo; al contrario que pasa con los niños, cuya plasticidad neuronal ofrece unos resultados mucho más activos. Sin embargo, con el uso de fluoxetina logramos recuperar funciones visuales en ratones ambliópicos adultos.
"Interpretamos que los antidepresivos solo tienen efectos terapéuticos cuando se combinan con psicoterapia"
En otro estudio de 2011, también publicado en ‘Science’, demostramos que el tratamiento crónico con fluoxetina incrementaba la plasticidad en circuitos neuronales involucrados en la respuesta al miedo, facilitando una suerte de 'psicoterapia' para ratones que les hacía mostrarse menos estresados en situaciones que asociaban con un estímulo negativo. Sin embargo, y esto fue lo más interesante, los ratones tratados con fluoxetina que no tuvieron sesiones de 'psicoterapia' no respondieron igual, sino que se mostraban mucho más estresados. Interpretamos esto como que los antidepresivos solo tienen efectos terapéuticos cuando se combinan con psicoterapia.
P: Porque los fármacos mejoraban la plasticidad y lograban devolver al cerebro esa capacidad de adaptación.
R: Exactamente. Y lo que hemos descubierto es que si estos medicamentos funcionan a base de incrementar la plasticidad del cerebro adulto, lo que básicamente hacen es incrementar el efecto que el entorno tiene sobre el cerebro. Dar estos fármacos en sí no tiene por qué ser terapéutico, solo incrementan esa neuroplasticidad. El problema es que hasta hace muy poco no teníamos claro cuál era este mecanismo molecular que permitía a los antidepresivos potenciar la plasticidad.
En el laboratorio llevamos también mucho tiempo trabajando con las neurotrofinas, que a nivel biológico son uno de los principales reguladores de la neuroplasticidad, tanto desde la etapa en la que somos bebés —cuando el cerebro es como una esponja— hasta en la más adulta, en la que todavía mantenemos algo de neuroplasticidad; de lo contrario no podríamos aprender nada nuevo.
"Todas estas drogas lo que nos están haciendo es más sensibles a nuestro entorno"
Lo que es revolucionario de nuestro 'paper' es que hemos descubierto que los antidepresivos —tanto los clásicos como los más nuevos, como la ketamina, que es un antidepresivo de acción rápida y actúa en horas, no necesita esas semanas— todos tienen en común que se unen directamente al receptor TrkB, que es el receptor del factor neurotrófico derivado del cerebro o, en inglés, BDNF, clave para la neuroplasticidad en mamíferos y otros vertebrados en general.
P: ¿Por qué sospechaban de ese receptor en particular?
R: Hasta ahora llevábamos años dándole vueltas a cómo estas medicinas incrementan la plasticidad. Había modelos que intentaban explicarlo, pero no proponían un mecanismo unificado para la acción de los antidepresivos en general, porque se suponía que los clásicos y los más nuevos actuaban sobre receptores diferentes. Unos cuantos sospechábamos "¿y no puede ser un efecto directo sobre el receptor TrkB?", pero nos costaba ponernos manos a la obra porque nos parecía demasiado rompedor. Era una locura que rompía todo lo que el campo de la psiquiatría llevaba 50 años siendo. Pero entonces llegó un 'postdoc' a nuestro laboratorio, Plinio Casarotto, que es mi supervisor y dijo: "No, no, vamos a probar esto". Y cinco años después aquí estamos, descubriendo que todas estas drogas lo que están haciendo es facilitar la activación del receptor TrkB, lo cual incrementa la plasticidad del cerebro adulto: nos hace más sensibles a nuestro entorno; si los factores ambientales son positivos, maravilloso, eso es lo que va a hacer el efecto terapéutico y esto explica por qué la combinación de psicoterapia con antidepresivos es el tratamiento más ef
#5
Resumiendo: pastillas con un entorno negativo= se sigue depresivo
Pastillas con entorno positivo= se sale de la depresión.
#6 #5 eso de aumentar la plastificad del cerebro, no solo tendría aplicaciones en depresión. Tengo curiosidad por saber si por ejemplo afecta a las capacidades de aprender un idioma y todas las cosas que los niños hacen mejor que los adultos. Sería también una revolución importante.
#7
Bueno... yo me mude a Alemania con 41 y no me quedo más cojones que aprenderlo. Un entorno nuevo y diferente estimula el cerebro para aprender nuevas habilidades. Te lo puedo asegurar.
#7 Depende de si aprendes un idioma deprimente o uno alegre y divertido. Algo me dice que el aumento de aprendizaje de tacos y cochinadillas será muy rápido...
Tonterías aparte, lo que digo igual no es tan descabellado, si tu estímulo de aprendizaje (de idiomas o lo que sea) te resulta positivo, probablemente te ayude a aprender más y mejor. Si por el contrario es negativo, probablemente te estés condenando a no querer estudiar más (porque lo asociarás a estar mal, a no adelantar o aprender nada, etc.)
#1 #5 Posiblemente hay un límite de lecturas gratuitas al mes sin estar suscrito. A veces se arregla poniendo el contador a cero, borrando las cookies.
Cuando Nacho Vidal se ponga, en dos pollazos soluciona este dilema. (El artículo menciona la psilobicina)
Si os interesa profundizar en el tema, os recomiendo mucho ver este vídeo de Joanna Moncrieff (una lástima que solo esté en inglés, explica las contradicciones del enfoque del modelo actual de prescripción de fármacos).
Joanna Moncrieff - The Myth of the Chemical Cure: The Politics of Psychiatric Drug Treatment
Su libro más conocido es "El mito de la cura química. Una crítica a la medicina psiquiátrica" en español se puede encontrar "Hablando claro. Una introducción a los fármacos psicoactivos".
También muy interesante el trabajo del profesor de la escuela de medicina de Hardvard Irving Kirsch The Emperor's New Drugs: Exploding the Antidepressant Myth (Los nuevos fármacos del emperador, destripando el mito de los antidepresivos) tiene algunos vídeos en youtube de sus conferencias.
Hay otros autores que hacen mucha referencia al asunto como el doctor Thomas Szasz, pero Moncrieff me parece mas actualizada y muy objetiva.