Una década y media tras la primer guerra mundial en Budapest, Hungría, un grupo de investigadores estudiando varios datos estadísticos sobre la población y el desarrollo de la misma tras la posguerra, detectó algo que preocupó inmensamente a los gobernantes de dicho país: la tasa de suicidios se había disparado de manera alarmante, eran los años 30 y los suicidios eran inclusos superiores a los registrados durante la guerra en sí misma.
#1 Me recuerda a lo del burkini ban: se castiga a quien sufre, no al opresor. Se castigan los síntomas del mal, no sus causas. Se dicen unas excusas, pero se callan las razones.
En fin.
La movida probaría ser inútil, y prontamente el gobierno húngaro, azotado por las creciente e inevitable amenaza en el horizonte de una nueva guerra mundial, cerró las escuelas de la risa las escuelas y enfocó sus esfuerzos en adiestrar a la población para una resistencia de combate urbano y supervivencia. Curiosamente, los suicidios bajaron.
Si curiosisimo, que las personas al recibir medios prácticos para enfrentarse a los problemas que sufrían dejen de suicidarse... Curiosisimo. No me jodas...
El buen rollo como el mal rollo son contagiosos. Y si tú un día te levantas con tan buen rollo de que vas a sonreir y a provocar la sonrisa en los demás se produce el efecto espejo de que la gente te sonríe y tú entras en una espiral creciente de buen rollo de comprobar que puedes cambiar el ánimo de la gente solo con tu buen rollo. Pero para hacer esto hay que tener un muy buen día. Pruébalo y dime si funciona.
Otro ejemplo es el de los monologuistas que aparecen en la tele. Me parecen un coñazo y no provocan en mí casi nunca ni una sonrisa. Pero si asistes en directo tú eres el primero que te ríes de cualquier jilipollez. El buen rollo y el mal rollo son contagiosos.
Comentarios
Interesante aunque muy meneada
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curistoria.blogspot.ru#1 Pero esa era la causa, en este caso se plantea la solución ¿no?
#4 Ahí queda. Seguramente que muchos desconozcan la historia.
#6 Pues sí, la verdad es que la historia cuanto menos es curiosa.
#1 Me recuerda a lo del burkini ban: se castiga a quien sufre, no al opresor. Se castigan los síntomas del mal, no sus causas. Se dicen unas excusas, pero se callan las razones.
En fin.
La movida probaría ser inútil, y prontamente el gobierno húngaro, azotado por las creciente e inevitable amenaza en el horizonte de una nueva guerra mundial, cerró las escuelas de la risa las escuelas y enfocó sus esfuerzos en adiestrar a la población para una resistencia de combate urbano y supervivencia. Curiosamente, los suicidios bajaron.
Si curiosisimo, que las personas al recibir medios prácticos para enfrentarse a los problemas que sufrían dejen de suicidarse... Curiosisimo. No me jodas...
"Además de dichas escuelas, ejércitos de payasos salieron a las calles para alegrar a los transeúntes"
Cambiando los suicidios por homicidios?
«en vez de buscar soluciones efectivas, como por ejemplo las desarrolladas en Japón»
¿Qué soluciones efectivas han desarrollado en Japón?
Por cierto, sobre la canción de Billie Holiday que menciona habla también la película La caja Kovak.
¿Y al que no sonreía? pena de muerte.
El buen rollo como el mal rollo son contagiosos. Y si tú un día te levantas con tan buen rollo de que vas a sonreir y a provocar la sonrisa en los demás se produce el efecto espejo de que la gente te sonríe y tú entras en una espiral creciente de buen rollo de comprobar que puedes cambiar el ánimo de la gente solo con tu buen rollo. Pero para hacer esto hay que tener un muy buen día. Pruébalo y dime si funciona.
Otro ejemplo es el de los monologuistas que aparecen en la tele. Me parecen un coñazo y no provocan en mí casi nunca ni una sonrisa. Pero si asistes en directo tú eres el primero que te ríes de cualquier jilipollez. El buen rollo y el mal rollo son contagiosos.
"La taza de suicidios"
#2 Pues me fijé y es cierto, "taza"... Pensemos que es una errata del autor