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Las continuas obstrucciones a la investigación judicial de un supuesto caso de pedofilia y de abusos sexuales a menores, en la zona de Castellón Han hecho imposible que prosperase una denuncia que data de 1997, en la cual la lógica procesal se ha visto una y otra vez interrumpida. Un caso sin resolver que implica a personajes de notoria importancia política y económica de Castellón. (TRADUCCIÓN EN EL PRIMER COMENTARIO)

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Para aquellos que os cueste el Catalán:
Un sumario inconcluso de miles de folios. La identidad de algunos de sus protagonistas y la gravedad de los hechos en litigio es, para muchos, lo que explica
la censura de un caso sobre el que gravitan muchos interrogantes. La calle de las Escuelas Cristianas de Benicarló, la conocen en el barrio como la de los Cristianos. Es estrecha.

Hace años tenía su negocio la familia formada por Dunja Jane Adcock, una australiana de 28 años, y Reinaldo Colás, de 37, y sus dos hijas, Tamara y Aída, entonces de cinco y tres años respectivamente.

En esta misma calle había, hasta hace unos años, un bar donde su propietaria, Genoveva Cornelles, preparaba comidas económicas para los vecinos, entre los que el matrimonio Colás-Adcock, propietarios de una peluquería de un cierto éxito.

«Por aquel tiempo-me explica la antigua propietaria del bar-, mi establecimiento era uno de los pocos que preparaban comidas caseras. Aquí la gente se encontraba bien, había un trato familiar como corresponde los buenos vecinos, nos conocíamos todos desde hacía años. »

Todo hacía pensar que este equilibrio doméstico sería para siempre. Pero un día, de 1996, apareció por Benicarló un coche con matrícula italiana conducido por un hombre perfumado que vestía con esta pretensión estudiada los que quieren llamar la atención a toda costa. El hombre era muy conocido en Valencia y en Castellón, pero
apenas se había dejado caer por Benicarló. A sus 65 años, Giuseppe Farina Antonio, Giussy para los amigos, parecía salido de la caja: rostro bronceado, zapatos blancas, chaqueta deportiva azul cielo, dentadura límpida, y aire de hombre de mundo.

DE PALAFRUGELL A BENICARLÓ

Pero sus negocios de los últimos años al frente de la empresa Ismila, que llegó a ser máxima accionista del club de fútbol Milan lo pusieron a las puertas de la prisión.
Giussy formaba parte indisoluble de la dolce vita italiana, como corresponde a un hombre casado con la condesa Carla Rizzardi, riquísima heredera de una familia
de Verona con quien tuvo seis hijos. Y, aunque arrastraba una sentencia de un juzgado italiano que el condenó a cinco años de prisión por evasión de impuestos, blanqueo de dinero y otros delitos, consecuencia de una denuncia de Silvio Berlusconi (cuando Farina era presidente del Milan), Farina tuvo suficiente habilidad para huir a Sudáfrica.

Su periplo le llevó en Cataluña, y se instaló en Palafrugell, donde ahora vive con su ex mujer y una de las hijas. Si el hombre de los zapatos blancos se encontraba en el momento de los hechos en Benicarló, si era el personaje de moda en los ambientes de
lujo, si, además, resultaba imprescindible en los cenáculos del Partido Popular, todo esto se explica por la su relación con la empresa Iberfresas, SA, dedicada a la actividad inmobiliaria, sociedad domiciliada en Verona, que lo nombró administrador único de la masía patrimonial Mas del Coll, en el municipio del Rosell, en Castellón.

Por aquellas fechas de la mitad los años noventa, Farina se relacionaba con el presidente de la Federación Provincial de Cofradías de Pescadores de Castellón, Salvador Orero, con el hermano de éste, Juan, director del puerto de Benicarló, a quien Giussy compró un barco valorado, según algunos testigos, en 80 millones de pesetas, y sobre todo con Luis Tena, propietario del Campo de Golf San Jorge.
Todos ellos están vinculados a la administración controlada por el todopoderoso Carlos Fabra, el factótum del PP en Castellón. Farina, pues, era bien conocido por la crème de la crème del poder económico y político che, no solamente de Castellón, sino de la Generalitat, en la que se movía como pez en el agua, gracias, entre
otros, los buenos oficios de Wenley Palacios, un abogado imprescindible,
buen amigo de Francisco Camps y mentor de Carlos Fabra.

El perfil ideológico de Palacios y de su entorno queda patente en el escrito que el abogado dirige al presidente valenciano el 22 de marzo de 2006 donde le dice que
«ha llegado la hora de limpiar la Comunidad de catalanistas alimentados con dinero
los valencianos. Podrá con los invasores, con las guerrillas catalanistas? Si lo hace, que Dios lo premie, si no, que lo castigue "

Mientras las guerrillas catalanistas rondaban por Valencia, el Baix Maestrat se llenaba de presuntos pederastas. Palacios y Farina coincidieron en el despacho de la juez de Vinaròs, Sofía Díaz: el primero, como abogado de Fabra, el que algunos testigos se aventurarse a reconocer en el mismo escándalo de abusos sexuales a menores descritos en la causa penal que implicaba también Giuseppe Farina.
Estamos en el 1996, un año antes que estallara el escándalo de los pederastas de Castellón. Ese año, los dados de la suerte dispusieron que el ex del Milan mantuviera una reunión de negocios con la familia Colás-Adcock. El italiano,
vinculado a negocios inmobiliarios en través de sociedades interpuestas,
alquiló una vivienda al matrimonio, y se las compuso para seducir
Dunja Jane-l'esposa del peluquero.

Aunque era 35 años más joven, la australiana se convirtió en su amante. Ambos, con las dos hijas del matrimonio, se fueron a vivir al caserón
Mas del Coll. Dunja Jane, en calidad de empleada de la finca; el italiano,
como administrador de Iberfresas, SA.


«Decía que era un coto de caza, pero no era verdad », dice un antiguo
trabajador del Mas del Coll, que añade que «allí sólo había piedras. Por lo que yo vi y sentir, no se cazaba nada; como máximo, jugaban con las escopetas y
disparaban al blanco. Ahora bien, de repente, todo aquello se llenó de coches
de lujo. Extranjeros que venían con unos cochazos impresionantes,
gente bien vestida, fina, con mucha pasta ... Y niños, muchos niños.
Eso sí lo puedo asegurar ".

Reinaldo Colás, sin mujer pero con el negocio de la peluquería en activo, se repuso como pudo. Va pactar con Dunja Jane un principio de acuerdo para compartir el tiempo con sus hijas, y, si los dados negros no hubieran aparecido de nuevo, todo habría hecho pensar en una separación más. «¿Qué otra cosa podía hacer? », se pregunta Reinaldo Colás.

«Si el matrimonio fracasa, no se debe ir a pique la relación personal, sobre todo cuando hay hijos de por medio. Yo estaba enamorado de mi mujer; amaba y amo a mis hijas; teníamos nuestros proyectos, pero ella se enamoró de Farina, y esto es un asunto que sólo le competía a ella. Así son las cosas ... »

Mientras tanto, y con la peluquería en plena actividad, las niñas se quedaban a dormir, con una cierta frecuencia, en casa de Genoveva Cornelles, el piso de ella estaba situado encima del bar. La mujer lo agradecía porque las había
visto nacer, eran amigas de su hija ...
Y lo que formaba parte de una rutina de buenos vecinos se derrumbó una noche de abril de 1997 cuando, después de que las niñas se bañaran
-El paso previo antes de irse en la cama-, la más grande, Tamara,
le dijo a Genoveva que «le dolía por donde su padrastro la abrazaba
Genoveva le preguntó a que eran debidas las marcas, los picores ... y Tamara le relató que eran los tocamientos de Giuseppe Farina, su nuevo padrastro.

«Me explicaron cómo eran víctimas de tocamientos y de manipulaciones
sexuales por un señor mayor, llamado Pepe Farina, a quien no conozco.
Por lo que las niñas me van a confesar, la historia es escalofriante.
Lo primero que hice fue llamar a su madre. Le dije que era una cuestión muy importante, que necesitaba verla inmediatamente.

Quedamos al día siguiente a la tarde. Me dijo que bajaría del Mas del Coll, pero no se presentó. Entonces hablé con el padre, que sí acudió inmediatamente
», Relata Genoveva.
Cornelles interpuso una denuncia manuscrita al juzgado de Vinaròs,
y posteriormente, de viva voz, a la policía judicial, y en los mismos términos en que lo hizo tantas veces como ha sido requerida con motivo de la tramitación de las diligencias previas 522/97, que la titular del Juzgado de Instrucción núm.
2 de Vinaròs, Sofía Díaz, abrió para esclarecer los hechos denunciados.

«Aída -así consta en la denuncia, que da origen al sumario- me dice cómo, estando él [Farina] desnudo, le toca el culito y la vagina introduciendo
el dedo repetidas veces con la broma y el juego de pessigarla,
haciéndole tocar el pene repetidas veces como si fuera algo normal.
La mayor, Tamara, me dice mismo que su hermana, pero ésta, además, añade que con un alambre le enrolla el pajarito y así la aprieta cuando se le pone dura, y luego mea yogur. »

La juez citó a declarar hermana mayor, Tamara, en presencia del educador de calle, Jesús Lambán, y de la psicóloga Teresa Octavio Marmaneu, ambos
funcionarios del Ayuntamiento de Vinaròs, gobernado por el PP. en aquella
ocasión, Tamara amplió los detalles narrados en la dueña del bar.
Ahora es la secretaria del juzgado quien escribe: «Duermen en la misma habitación que su madre y Pepe.

Cuando Pepe está, su madre no las deja meterse en la cama ... que Aída
se pone a un lado y ella al otro. Pepe no lleva pijama y le hacemos esto.
Que a Pepe, como es una mala persona, le hacemos esto. Le enrollamos un alambre al pajarito. Aída pone el papel y ella, que es más grande, le enrolla un
alambre porque esto es más difícil. Pepe es malo porque me pellizca y me toca el culo y la figueta. El pajarito se le ponía muy gordo y salía como yogur. [...]. Esto lo hacía muchas noches: se acostaba con Aída y le ponía el dedo en la figueta ».

La juez ordenó al médico forense, Pedro Espuny, un examen médico a las niñas. El informe del Hospital de Vinaròs acreditó que «no ha habido penetración y que no hay ningún desgarro de himen, pero sí hay un pelo entre los labios mayores y menor izquierdo, que se recoge ». En cuanto a Tamara, los expertos señalaron «un eritema y tumefacción de los labios mayores y de la región perianal ». Aída presentaba «Eritemas y tumefacciones en labios mayores y región perianal ». Con esta información, la juez ordenar, con fecha 28 de mayo de 1997, la comparecencia de Tamara Colás y del ya imputado, Giuseppe Farina, a fin de extraer a los dos

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unas muestras de pelo para «remitirlalas, junto con el pelo encontrado, para el análisis en el Instituto Nacional de Toxicología, en Madrid ».
Dicho pelo, pero, describe una ruta alternativa y va a parar al Laboratorio
de Genética Forense de la Generalitat, el director del cual, José Delfín Villalaín, y la doctora Mercedes Aler Gay, confirman que se trata de «un pelo humano ».
Y añaden que es técnicamente imposible comparar el pelo de la niña y los de procedencia desconocida, objeto del análisis ».

Es decir, no fue posible el análisis de las muestras. ¿Por qué no se
llevó el pelo encontrado en la niña y los del adulto implicado en el escándalo en el Instituto Nacional de Toxicología de Madrid, tal como ordenó la juez?

El sumario aún no lo ha aclarado. Quien decidió contravenir a la decisión judicial para que el cabello no saliera del País Valencià
Una decisión paradójica si se tiene en cuenta que por estas fechas las
investigaciones de ADN en la criminología no suponían ningún obstáculo,
sino todo lo contrario.

Así lo afirma Lourdes Prieto, de la Comisaría Central de la Policía Científica de Madrid: «En relación a este tipo de pruebas, los resultados suelen ser objetivos, ya que se basan en criterios científicos plenamente demostrados y validados ".
Prieto añade que «actualmente la pericia genética realizada sobre restos biológicos es una actividad rutinaria en el entorno forense. El análisis
de muestras relacionadas con ciertos delitos, como colillas de cigarro, chicles, pelos ... puede ayudar a aclarar lo que pasó ».

MÁS TESTIMONIOS DE CARGO
Al poco tiempo, el padre de las niñas se presentó en las dependencias de la Policía Judicial y aportó nuevos testimonios grabados y filmados de lo que, según él, podría
tratarse de una red de pederastas, algunos de los cuales vinculados al mundo político y económico de Castellón y relacionados con Giuseppe Farina.
Denuncia que sus hijas han identificado otros niños, a los cuales llaman por su nombre: Gilbert, Hugo, Tomás Querolt, Titi, Álex, Guillermo, Mani, Isa, Éric, Sandra ...,
y aportan nombres de personas, como una trabajadora de la guardería de Rossell y Juan Bautista Almeida. La primera, la relacionan con la confección de trajes para las fiestas en el Mas del Coll, y el segundo, con la construcción de escenarios,
donde, según dicen las niñas, simulaban ser novios de otras niños, se casaban, jugaban y con frecuencia «se desnudaban, mientras los filmaban ».

Tamara identifica a una persona, conocido como el Francés, «el de las películas ». Este sobrenombre señala a todos el pedófilo Bernard Alapetite (ver pieza de la página
anterior). La acusación aporta más testigos y así, el día 23 de mayo de ese año, declara la directora del parvulario Magadala, Carmen Subirats.
Afirma que Tamara le decir que el Mas del Coll vivía un señor que les hacía «marranadas». Que pasaba lo mismo con otros niños.
Otra profesora, Laura Campos, declara que las niñas le dijeron que « aPepe le entregaban dinero por los vídeos ». Por su parte, las niñas hablan de más niños supuestamente sometidos a abusos sexuales.
Tamara explica que Farina los filmaba, que le entregaban dinero, e identifican el Francés como la persona que venía con un maletín y grababa películas. Incluso hablan de la cantidad que éste pagaría: 10.000 pesetas a los hombres.

Tamara declara, en una grabación realizadoa por su padre:
«Grababan muchísimas veces. A Aída la vestía Pepe, y a mí, mi madre ... Nos ponían sujetadores de niña y bragas y eso ... salíamos desnudas a las películas, a veces, de novio, con pantalones, chaqueta, una pajarita aquí y un sombrero muy bonito. A mí, de virgen, de novia en un lecho de flores, y Aida, de angelito, con unas alas, muy bonitas! ... Nos sacaban los trajes y nos filmaban desnudas, y luego Pepe las miraba todo el día, y la gente que trabaja aquí, también.
Y venían señores de fuera. Eran viejos, guapos, y las señoras, todas jóvenes,
venían a ver las películas ... las miraban en la habitación ... muchas veces
daban dinero a Pepe; yo estaba en la cocina y los veía por un agujero ».

La juez decidió no dar ninguna credibilidad al testimonio de las niñas, duciendo que actúan bajo la presión del padre, un razonamiento extraño, que no dice nada de los otros testigos coincidentes, como los educadores y, menos aún, de la primera denuncia de Genoveva Cornelles.
El auto de la magistrada Sofía Díaz dice que «la actuación del padre está siendo perjudicial, no solamente para el buen fin de las actuaciones, sino, y sobre todo, respecto a las sus hijas, a quien está sometiendo a una fuerte presión, según se deduce de las cintas, que no tienen ningún valor probatorio ».
La psiquiatra de Benicarló Ana María Blanco matiza estas afirmaciones.
Después de escuchar las cintas, cree que «aunque las niñas hablan por agradar al padre, hay contenidos referentes a manipulaciones sexuales, como el del alambre, difíciles de interpretar como producto de la fantasía de unas niñas de tres y cinco años, y que esto hace sospechar que hayan podido existir
». La juez, en cambio, retiró la custodia de las niñas al padre entendiendo
que «la actitud del progenitor representa un serio peligro para la salud
psicológica de las menores ». Y no sólo eso: también decidió someter el padre a un análisis psiquiátrico, ya que creía encontrarle rasgos obsesivos, tendentes, entre otras considerandos, a «la denuncia falsa».

La exploración psicológica a Reinaldo Colás, realizada por el psiquiatra
Jaime Añó, concluye que el paciente «No está imaginando nada y que, a pesar
su actitud infantil, es incapaz de inventarse una fantasía de tal magnitud ».
En un recurso de apelación Instalación y de protesta, el abogado de Colás se lamenta de que, siendo su cliente la parte actora de la acusación, se vea humillado, una y otra y otra, por la actitud de la juez, que ordena que los exámenes psicológicos se hagan a su cliente y no a las personas imputadas por presuntos delitos aberrantes.

La juez tampoco tiene en cuenta el informe elaborado por las psicólogas Lola Lapasió y Esther Ramón por encargo del fiscal.

Después de una exploración a las niñas, las psicólogas afirman: «El exceso
de detalles, así como el hecho de ser inusuales, aumenta la credibilidad de las niñas. Este tipo de contenidos, que ya proponen varios autores, aparecen en
los relatos, las declaraciones y las pruebas administradas a las niñas.
Es de la valoración del conjunto que podemos concluir que las niñas Tamara
y Aída han vivido los abusos sexuales, que Pepe les hacía cosas, que su madre lo sabía, y que, Además, han sido víctimas igualmente de maltrato psicológico ejercido por la madre ».
Dos años después, el 26 de marzo de 1999, Reinaldo Colás comparece
ante la Fiscalía de la Audiencia Provincial de Castellón y entrega cinco cintas de vídeo y tres de audio.

El fiscal jefe, Eduardo Vicente, tras estudiar el contenido, ordena al fiscal Antonio Gastaldi que abra una investigación sobre los personajes que aparecen en las cintas. Paralelamente encarga a la Guardia Civil identificar
«las personas que aparecen como interlocutores y como presuntamente
implicados, a cualquier nivel, en los delitos presuntamente cometidos.
Y, de resultas del examen de las cintas, se deberá proceder a la investigación completa y exhaustiva de todos y cada uno de los indicios que aparecen, así como de cualquier otro del que se tenga noticia o conocimiento ».
Dos meses después se decreta, sin embargo, el archivo del sumario.

Pale_bluedot

Uff... Algo huele a podrido en Castellón en el que pueden estar implicados personas de cierto estatus ante hechos de tan gravedad. ¿se sabe si se sigue investigando?