Aquel 27 de septiembre de 1975, a las 8 de la mañana, Angel Otaegi Etxeberría, militante de ETA, fue fusilado en la huerta del centro penitenciario de Burgos. Media hora después, en Cerdanyola del Valles, Juan Paredes Manot “Txiki” moría cantando el “Eusko gudariak”. Los tres siguientes, del FRAP, acabados todos ellos en Hoyo de Manzanares: Ramón García Sanz, a las 9,10; José Luis Sánchez Bravo, a las 9,30; Humberto Baena a las 10,05. Hacía décadas que Franco y su franquismo no se bañaban en tanta sangre.