Después de que el médico me comunicase que el cáncer sólo me ofrecía unos 6 meses de mala vida, decidí ahorcarme en un pinar por donde siempre paseaba. Lo último que recuerdo de mi vida humana es una sensación corta pero indescriptiblemente dolorosa, tras la cual todo se volvió negro. Entonces desperté en aquella cabina de cristal. Cuando se abrió, encontré a un ser cuyo aspecto me recordaba a Shiva, la diosa hindú, salvo porque su cara se asemejaba a la de una tarántula sin...