Si hay una saga que me dejó huella y que cada vez que vuelvo a ella me hace descubrir algo nuevo, esa es Terramar de Ursula K. Le Guin. Publicada por primera vez en 1968 con Un mago de Terramar, esta serie no solo me ofreció una historia fascinante de fantasía, sino que me hizo replantear cómo veo el género. Lo que Le Guin construyó no es un simple mundo de hechizos y dragones, es un lugar donde todo está interconectado. Cada acción, cada palabra, cada hechizo tiene un eco, un peso, y eso lo convierte en un universo que parece vivo y real.