Harold Dillard tenía 56 años cuando le diagnosticaron un cáncer agresivo en 2009. En sus últimos días, le visitó la empresa Bio Care. Le preguntaron si le gustaría donar su cuerpo a la ciencia médica, para que médicos practicaran cirugías de reemplazo de rodilla. La empresa incineraría las partes no usadas y devolvería sus cenizas a la familia gratuitamente. "Se le iluminaron los ojos. Lo consideraba una forma de aliviar la carga de su familia". Meses después, su hija recibió una llamada de la policía. Habían encontrado la cabeza de su padre.
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NO
Cosas de ricos psicópatas.
Ellos no lo niegan.