Concurso de microrrelatos de Menéame
11 meneos
208 clics

El punto decisivo

Miró al médico y sintió admiración: era atento, diligente y muy humano. No pudo evitar pensar que ese podría haber sido él. Desde niño soñaba con estudiar medicina y estaba seguro de que se habría convertido en un gran profesional, pero el pinchazo en selectividad le obligó a cambiar de planes. Otra carrera, otra ciudad, otra vida. ¿Cómo habría sido todo si hubiera sacado solo un punto más?

La mano de su mujer lo devolvió a la consulta. La pantalla mostraba la imagen de la ecografía: era una niña. Sonrió casi sin darse cuenta y ella le devolvió la sonrisa. Bendito punto menos.

10 1 0 K 43
10 1 0 K 43
5 meneos
200 clics
El tema de la semana es: El punto

El tema de la semana es: El punto

Imagina un punto. No una línea, no una figura, no un cuerpo. Un punto. Parece sencillo, casi inofensivo. Pero basta asomarse a sus dominios para que lo que parecía el origen se transforme en destino, en vértigo, en anomalía. En el mundo de Flatland —la novela geométrica y satírica de Edwin Abbott— los seres viven confinados en dos dimensiones, y un punto es lo más bajo de la escala social: invisible, indivisible, incuestionable. Pero ¿y si ese punto contiene todo un universo que no podemos ver?

Los matemáticos, con su afán de precisión, han inventado hasta un teorema del punto gordo. Sí, así se llama: «teorema del punto gordo». Porque en la práctica, cuando buscas una solución y no la encuentras, te resignas a aceptar «algo por aquí cerca». Y eso sin contar que hay otros puntos mucho más escurridizos como el punto G, ese mito moderno que los escépticos consideran una entelequia y los creyentes, un milagro táctil.

Hablemos de puntos.

Este es un envío promocionado
5 0 0 K 12
5 0 0 K 12
4 meneos
166 clics

Puntos suspensivos

Siempre que no quiero decir nada más añado puntos suspensivos. Deja en manos del lector rellenar lo que falta , aportar de su cosecha, imaginar como sigue... Si en vez de declarar nuestras lineas rojas, clasificar nuestros supuestos, dar referencias de nuestras fuentes dejáramos en manos del otro algo, y este dejara en nuestras manos un poco más el intercambio de ideas tendría otra dimension. Casi todo se daría por supuesto, y al mismo tiempo podrías alegar eso tan viejo de "ya te lo dije, recuerdas...?".

El punto y seguido hace las cosas interminables, las conversaciones nunca se resuelven, siempre hay algo más que alegar.

El punto y aparte es cortante, violento, demasiado definitivo. Acaba la conversación sin dar una segunda oportunidad

En cambio, los puntos suspensivos... Siempre puedes dejarlos en el aire y que otro los retome... O no

5 meneos
155 clics

Una línea de puntos

Nacemos. Punto. Vivimos jugando hasta ser parte del sistema. Punto. Somos un engranaje de sistema hasta perdernos a nosotros mismos. Punto y aparte. Sí, hay una vida más allá, oscuros secretos que son parte de nosotros, secretos que es difícil contar… Puntos suspensivos. A veces, nuestras vidas son tan inútiles como un punto y coma, dos puntos: nadie sabe para qué sirven. Toda vida termina. Morimos. No hay más. Punto y final.

4 meneos
153 clics

Tabula rasa

Ben revisó su código por última vez, y vio que todo era bueno.

Pasaba todos los tests, y de todos modos era un cambio muy rutinario. Había que actualizar la fuente del sistema porque el guión largo era apenas indistinguible del guión corto, y eso decía la academia que no podía ser.

Al día siguiente los aviones iban lanzados como cohetes, los semáforos tardaban siglos en cambiar de color, y el mundo estaba como enrarecido, encabritado. Especialmente gracioso era ver a ancianas en sillas de ruedas motorizadas a ochenta por hora y el pelo alborotado, como poseídas de forma repentina y ubicua por el espíritu de Sor Citroën.

Sería un caos si no fuera porque la gente estaba muy contenta con su nuevo saldo. Ebúrneo, redondo, sin decimales.

4 meneos
133 clics

Un punto en el radar (Homenaje a Lem)

En la pantalla del radar aparecía un punto sospechoso. Podía ser una nave enemiga.

La amenaza permanecía a una distancia constante. Si nos alejábamos, avanzaba hacia nosotros. Si nos acercábamos, huía a una velocidad equivalente a la nuestra.

Quien quiera que pilotase aquella nave, parecía dispuesto a hacernos perder los nervios. Eran ya tres semanas de tira y afloja, y nuestras reservas de combustible comenzaban a agotarse.

Informamos a Tierra y dijeran que era prioritario identificar aquella nave. Si coordinaba sus movimientos con los nuestros, seguramente era una nave, y seguramente no tenía buenas intenciones. Jugándonos la vida, aceleramos al máximo tratando de sorprenderlos, pero huyeron.

Con muchas dificultades, y cai deshidratados, logramos regresar a Tierra.

Sólo entonces supimos que el punto era un puñetero pixel dañado en la pantalla del radar.

Pero ciertamente era un punto muy peligroso. Por poco nos mata.

7 meneos
124 clics

Naufragio

El barco navegaba a la deriva en medio de la tempestad muy cerca del Cabo de Hornos.

El contramaestre informó al capitán de los daños: una vía de agua en la sentina, el timón destrozado, mesana y bauprés dañados de manera irreparable. Un rayo hizo que se divisase la costa por la amura de babor.

El primer oficial entró súbitamente en el camarote de oficiales, y dijo que, aunque débil, había captado la señal de Menéame.

¡Intentarían lanzar un SOS a través del popular agregador de enlaces! Era su última oportunidad.

Fue un trágico final para aquél navío y para toda su tripulación.

7 meneos
107 clics

La pieza de caza

Dasowe esperó a que la leña ardiendo bajase la llama hasta convertirse en brasa intensa, que repartió homogéneamente. Entre Manuwai y él colocaron grandes piedras encima.

La pieza de caza estaba ya limpia, sobre hojas de platanero. Mientras las piedras se calentaban, Manuwai cavó un hoyo grande en la arena, mientras él envolvía la pieza en hojas de platanero y la ataba, para no perder el jugo de la cocción.

Forraron el hoyo con hojas de plátano, las piedras calientes al fondo, encima la pieza de caza, más hojas de plátano, cubriéndolo todo, y taparon el conjunto con arena. Unas horas y la pieza estaría lista.

-¡Kiteni, prepara salsas y el pan!-, grito a su mujer.

Cuando creyó que ya estaba, empezó a cavar, despacio…

-Pero, Dasowe, no está todavía…

-Claro que está.

-Pero yo lo prefiero bien hecho.

-Pues a mí la carne de explorador me gusta al punto.

2 meneos
58 clics

María...

Haz esto, y punto. Haz aquello, y punto. Cada momento de nuestra vida en pareja vinculado a aquella frase, imposible de olvidar durante mis noches en vela, y compañera infatigable de viaje durante el día. Para María el punto lo era todo, y yo obedecía sin resistencia, a merced de sus palabras. Ni siquiera la psiquiatra logró convencerla de que desistiera. Durante mi enésima noche sin dormir, María suspiró por última vez entre mis manos. Por fin se hizo el silencio. Yo fui su punto final.  

5 meneos
37 clics
El microrrelato ganador ha sido: El mar de plástico

El microrrelato ganador ha sido: El mar de plástico

Iban a ir al mar de plástico y pensaban ir juntos. Inspectora de sanidad e inspector de trabajo. Sabían que en aquella zona de España se hacinaban miles de inmigrantes, trabajando jornadas infinitas en los invernaderos y malviviendo en poblados chabolistas, o campamentos improvisados podridos de basura. Y casi todos ellos sin contrato ni garantía alguna.
3 meneos
35 clics

Big Bang

Solo existía el punto primigenio. Explotó en millones de otros puntos. Disparados, los puntos trazaron las primeras líneas, como lluvia.

Comprimiendo línea sobre línea el tiempo y la presión crearon las primeras superficies. Luego, las formas tridimensionales, tus curvas, el espacio, la luz, tu sonrisa, el viento, las sombras. Sombras en tu ombligo; pero también sobre el terreno, dibujadas por el sobrevuelo de los aviones y sus bombas.

Mi dios me dijo que me olvidara de ti y del amor. Que repartiera ira por las tierras de las gentes. Una ira primigenia que también explota en millones de otras iras. Se disparan, trazan guerras irresolubles, contaminan con hambre los suelos y deforman el futuro.

¿Quién me iba a decir que un misil me haría recordar de nuevo la paz? Aquí, inmóvil, en la cama del hospital, sin ti. Deshaciéndose mis formas, superficies y líneas; a la espera del punto final.


| etiquetas: artículo
« anterior1234

menéame