Publicado hace 10 años por marihuanO a internacional.elpais.com

La detención y deportación de Leonarda Dibrani, una alumna kosovar de 15 años y etnia romaní, que vivía desde 2009 en Francia y que fue arrestada y llevada hasta un avión Lyon-Pristina por la Policía de Fronteras mientras realizaba una excursión escolar, se ha convertido hoy en un elemento de discordia para la mayoría de Gobierno y ha mostrado la aguda división del Partido Socialista (PS) sobre la política de inmigración del ministro del Interior, Manuel Valls.

Comentarios

Nonagon

Libertè, egalitè y deportè

marihuanO

Sólo un trozo de mierda de la peor calaña puede sacar pecho de semejante aberración.

ilhun

¿¿Socialismo?? Ein?

Hago copypast de este enorme rtículo del jukebox, sobre el tema:

Despidiendo a los Dibrani

De la infamia cometida contra Leonarda Dibrani, la adolescente kosovar de etnia gitana cuyo autobús escolar fue interceptado por la Policía francesa en una audaz operación de la que hasta sus autores se avergüenzan, da cuenta la bochornosa versión oficial ofrecida por las autoridades, que tunean la expulsión de toda la familia hasta transmutarla en un episodio cualquiera de la ‘operación salida’. Salvando todas las distancias históricas -que no son pocas-, la historia de Leonarda se pudo ya leer hace años bajo el título de ‘Adios a Sidonie’ y la firma de Erich Hackl.

El caso de Francia resulta paradigmático en cuanto a la infinita capacidad de las sociedades para igualarse por sus estratos intelectuales más bajos. El pusilánime Hollande va con la lengua fuera en persecución de una indigente intelectual como Marine Le Pen, la hija del paracaidista que se desmadró en Argelia. Y no lo hace por convicción, sino espoleado por la esperanza de llegar a los comicios en condiciones de ofrecer al electorado la posibilidad de elegir entre el tufo patentado por el FN y el que despiden sus ‘marcas blancas’, de derecha a izquierda, pasando por el centro.

Europa, que ya daba pena, empieza a dar asco. Saqueada por los individuos más pujantes de las clases contemplativas, la ciudadanía agacha la cabeza y se encuentra con que los culpables son todos los que se sitúan por debajo de su cintura. Si efectivamente nos dirigimos hacia un nuevo tipo de fascismo de corte ‘soft’, hay que reconocer que esta vez pertenecerá a la orden mendicante. Mientras los ministros europeos de Economía y Finanzas recorren las satrapías árabes implorando inversiones y liquidez, las antiguas poblaciones de mayoría comunista se convierten en bastiones de la xenofobia renacida, con un proletariado condenado a forofar en clubes de fútbol de propiedad saudí, decorados de acuerdo con el estricto malgusto del neomagnate ruso.

Los gitanos son el señuelo. Si Francia o Italia expulsaran a cuanta empresa extranjera delinque en suelo patrio se convertirían en un eriales económicos. Dicho lo cual, cuando uno empieza a elaborar listas de exclusión se le acaba gastando la tinta del boli, porque la segregación puede ser ciega, pero tiene oído de tísico para el tintinear de las monedas. Más allá de pasaportes, quien realmente aspire a la mantener la ciudadanía europea, deberá demostrar que su pensión de jubilado le permitirá facturar en el Carrefour unas compras superiores a las de cualquier gitano kosovar. De lo contrario, también se enfrentará a la expulsión, no necesariamente física.

http://blogs.diariovasco.com/eljukebox/2013/10/16/despidiendo-a-los-dibrani/