Mientras el genocidio de Israel en Gaza iniciaba su segundo año, Donald Trump llegó al golfo Pérsico y fue recibido a bombo y platillo: alfombras rojas, banquetes en palacio y acuerdos de más de 100.000 millones de dólares centelleando en todos los titulares. Los déspotas saudíes y los emires qataríes se deshicieron en elogios hacia el presidente. Trump sonreía, definió al príncipe heredero Mohammed bin Salman (MBS) como un “hombre increíble” y en un momento dado bromeó: “Oh, lo que hago por el príncipe heredero”, entre risas.
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Vale que sin la ayuda de EEUU, el genocidio se podría parar rápido, pero el titular es estúpido.