Las artimañas oscuras que le sirvieron para hacerse con el control del Atlético de Madrid (compró el 95% de las acciones mientras lo convertía en SA) no iban a servir en la Fórmula 1. Necesitaba otras. Gil viajó al Gran Premio de Alemania de 1987, y allí tantear el terreno sobre qué escuderías podían estar en venta.
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Vive 10 años más este esperpento y le teníamos en el Congreso de los diputados.
Entre bomberos no se pisan la manguera.