Yo hace tiempo que dejé de celebrar el nacimiento de una persona que:
1) No se sabe siquiera si existió
2) De haberlo hecho, es bastante dudoso que naciera en esa fecha
3) No tiene ningún tipo de relación conmigo ni con nadie de mi familia.
En mi casa celebramos por todo lo alto los cumpleaños de los miembros de la familia, que son las personas con las que convivo, a las que conozco, y a las que quiero.
La navidad es un mero intercambio de bienes; yo te compro algo, tú a mí, los dos nos gastamos el dinero y a ninguno nos gusta lo que nos ha regalado el otro. Y luego vamos a la tienda sin el ticket a ver si nos dejan cojernos otra cosa.
Cierto... A mí me crea la necesidad de emigrar tres semanas a cualquier punto del planeta en la que no se haya convertido una fiesta pagana como era el Solsticio de Invierno en un alarde de consumismo, de hipocresía y de "y yo más" que soporto menos conforme me hago más vieja... Supongo que me vuelvo gruñona, y tal.
Como quiera que no puedo exiliarme a ningún lado y, por otra parte, tampoco serviría demasiado hacerlo tres semanitas ya que los grandes almacenes cada año adelantan más la campaña navideña (juro haber visto turrones en septiembre de este año en algunos establecimientos) pues, ¡hala!, a añadir otra frustración a las otras tantas que nos crea nuestro constructivo estilo de vida.
Libres seríamos si nos tocara una primitiva de seis ceros... Y,de no serlo, a mí no me importaría probar esa nueva esclavitud: si fuera peor que ésta no quedaría un solo rico...
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Yo hace tiempo que dejé de celebrar el nacimiento de una persona que:
1) No se sabe siquiera si existió
2) De haberlo hecho, es bastante dudoso que naciera en esa fecha
3) No tiene ningún tipo de relación conmigo ni con nadie de mi familia.
En mi casa celebramos por todo lo alto los cumpleaños de los miembros de la familia, que son las personas con las que convivo, a las que conozco, y a las que quiero.
La navidad es un mero intercambio de bienes; yo te compro algo, tú a mí, los dos nos gastamos el dinero y a ninguno nos gusta lo que nos ha regalado el otro. Y luego vamos a la tienda sin el ticket a ver si nos dejan cojernos otra cosa.
Libres somos, podemos elegir entre el mercadona y el carrefour para comprar el turrón
Cierto... A mí me crea la necesidad de emigrar tres semanas a cualquier punto del planeta en la que no se haya convertido una fiesta pagana como era el Solsticio de Invierno en un alarde de consumismo, de hipocresía y de "y yo más" que soporto menos conforme me hago más vieja... Supongo que me vuelvo gruñona, y tal.
Como quiera que no puedo exiliarme a ningún lado y, por otra parte, tampoco serviría demasiado hacerlo tres semanitas ya que los grandes almacenes cada año adelantan más la campaña navideña (juro haber visto turrones en septiembre de este año en algunos establecimientos) pues, ¡hala!, a añadir otra frustración a las otras tantas que nos crea nuestro constructivo estilo de vida.
Libres seríamos si nos tocara una primitiva de seis ceros... Y,de no serlo, a mí no me importaría probar esa nueva esclavitud: si fuera peor que ésta no quedaría un solo rico...