Antes del Brexit, más del 60% de las exportaciones agrícolas se destinaban a la UE, libres de aranceles. Tuvimos acceso estable a un marco regulatorio único que dio a los productores la confianza para invertir. Las estrictas normas de importación mantuvieron fuera de nuestros estantes al pollo clorado, a la carne con hormonas y a los cultivos con productos químicos prohibidos. Ese acuerdo se ha desvanecido. ¿Y en su lugar? Un mosaico de "oportunidades" que benefician principalmente a los grandes importadores y a la imagen política de soberanía.
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El rumbo de la humanidad esta dirigido hacia el control social y el control individual.
Aunque el 10% piense, reflexione y agite, el 90% de la gente no escucha, porque está programada para ser sumisa.