
A estas alturas a nadie se le escapa que Israel no tiene muchos miramientos a la hora de asesinar miles de niños gazatíes. Aquí vengo a aportar unas pinceladas que muestran que hay un cierto patrón de secuestradores, abusadores infantiles y pederastas que buscan refugio en Israel.
Ivonne Gutiérrez
Jueza chilena de menores acusada de formar parte de una red de secuestro y venta de niños durante la dictadura de Pinochet. Se le imputan tres cargos: asociación ilícita, sustracción de menores y prevaricación dolosa a través de procesos de adopciones irregulares entre 1970 y 1990. Huyó a Israel en 1983 y cambió su nombre por Ivonne Bronfman. Después de una larga batalla legal, la justicia chilena solicitó la extradición a Israel en junio. Israel no ha contestado ni tramitado dicha solicitud hasta el momento.
Malka Leifer
Directora de la escuela ultraortodoxa Adass Israel en Melbourne (Australia), acusada de abuso sexual de menores. Huyó a Israel en 2008 cuando comenzaron las acusaciones. Ese mismo año se solicitó la extradición. Israel no accedió a su extradición hasta 13 años después.
Gershon Krancze
Rabino de Brooklyn. Huyó a Israel en 2010, cuando comenzaron las investigaciones por abuso sexual a sus tres hijas. Se solicitó su extradición y no fue extraditado hasta 11 años después.
Nachman Helbrans
Líder de la secta ultraortodoxa Lev Tahor. Está acusado en EEUU desde 2023 por conspiración para cometer tráfico sexual infantil por su papel en la organización de matrimonios forzados con niñas menores de edad dentro de la secta. Huyó a Israel, donde permanece en libertad vigilada en un asentamiento ilegal de Cisjordania.
Shimon Yisrael Rosenstein
Un educador religioso de Nueva Jersey fue acusado de posesión y distribución de pornografía infantil. Huyó a Israel justo antes de que se presentaran cargos formales en su contra en 2019. Estados Unidos solicitó su extradición. A día de hoy sigue sin ser extraditado.
Yisrael Meir Shwekey
Maestro de una escuela judía ortodoxa en Brooklyn, fue acusado de abuso sexual y agresión física repetida contra un niño de 8 años. Shwekey huyó a Israel antes de que se presentaran los cargos en 2021. A día de hoy sigue sin ser extraditado.
Hay muchísimos más casos. Amparándose en la Ley de Retorno de Israel de cualquier judío y apelando al antisemitismo y persecución religiosa, muchos criminales consiguen dilatar, cuando no evadir, la extradición a los países de origen. Israel se tiene que hacer mirar muchas cosas. Otro día hablamos de lo del Mosad y Epstein.
En todo el mundo se multiplican las protestas pacíficas contra el genocidio perpetrado por Israel en Gaza. Miles de ciudadanos salen a las calles con pancartas, banderas palestinas y mensajes de solidaridad, denunciando la ocupación y la masacre. Son manifestaciones espontáneas, populares y no violentas que tienen un único objetivo: defender los derechos humanos del pueblo palestino.
Sin embargo, en paralelo a este movimiento legítimo, ha surgido una campaña de propaganda sionista destinada a criminalizarlo. Varios medios de comunicación han difundido la narrativa de que Hamás estaría detrás de un supuesto llamamiento mundial a organizar protestas, presentándolas como parte de una estrategia terrorista y no como lo que realmente son: movilizaciones pacíficas de la ciudadanía global.
Entre los medios que se han sumado a esparcir esta mentira destacan:
La intención de esta campaña es evidente: asociar a los manifestantes con el terrorismo, desviar el foco del genocidio en Gaza y deslegitimar la solidaridad ciudadana. Quien marcha por Palestina no lo hace por Hamás, lo hace contra la barbarie, contra la ocupación y por la vida de miles de inocentes que cada día mueren bajo las bombas israelíes.
Llama la atención que en Estados Unidos, donde se concentran muchos de los grandes medios de referencia global como The New York Times, The Washington Post o CNN, no se ha publicado nada todavía sobre este supuesto llamamiento. El silencio norteamericano es significativo: allí aún no han osado legitimar esta operación propagandística que busca equiparar protestas pacíficas con apoyo al terrorismo.
La realidad es clara: las manifestaciones en defensa del pueblo palestino no necesitan ser convocadas por ninguna organización política o armada. Son el grito natural de la conciencia humana frente a la injusticia. La maquinaria mediática sionista, al intentar criminalizarlas, solo confirma el miedo a la fuerza creciente de un movimiento mundial que ya no se deja engañar.
¿Conocéis la diferencia entre desobediencia civil y desobediencia revolucionaria? La desobediencia civil implica desobedecer una ley, públicamente (ante los ojos de todos y buscando además la máxima visibilidad de la acción) y de forma pacífica, lo cual no excluye la resistencia pasiva, esto es, resistirte a que te desalojen de una sentada agarrándote a tus compañeros o dejando caer el peso de tu cuerpo, o incluso practicar la autodefensa si te están apaleando, empleando la fuerza mínima para que tu atacante se vea obligado a parar, pero siempre sin realizar acciones agresivas cuyo objetivo principal sea causar lesiones a la policía. El fin de la desobediencia civil es denunciar la injusticia de la ley que incumples o de una situación ajena a dicha ley, cuyo incumplimiento es instrumental para lograr el objetivo de que la gente repare en lo intolerable de la situación. La desobediencia civil busca visibilizar esa injusticia, hacer que la ciudadanía se percate de su gravedad y provocar una ola de rechazo social que la corrija.
La desobediencia revolucionaria se distingue de la desobediencia civil en que puede ser pacífica o violenta (por ejemplo, atacar con cócteles molotov a los policías que están practicando un desahucio) y, sobre todo, en que busca un objetivo más ambicioso que la corrección de una injusticia puntual. La desobediencia revolucionaria cuestiona el orden establecido de un modo radical, y pretende el derrocamiento del régimen político vigente y su sustitución por otro alternativo.
Aunque suene paradójico, la desobediencia civil es muy positiva para la salud democrática de cualquier Estado. Porque, incluso en las democracias formales como la española, hay leyes muy injustas. Muy injustas no desde una perspectiva ideal (es decir, desde la idea de justicia que defienden una filosofía o una religión), sino desde el prisma de la idea de justicia que la propia Constitución reconoce. Y, como todos sabemos, las instituciones que deberían corregirlas, singularmente el Tribunal Constitucional, no lo hacen. Las razones son múltiples: hay derechos como el de la vivienda que están en la Constitución pero no son directamente justiciables. Es decir, si me desahucian, soy minusválido, no tengo recursos para alquilar otro piso y no puedo conseguirlos, me es imposible acudir al Tribunal Constitucional para que ampare mi derecho a la vivienda y obligue a las autoridades a proporcionarme una digna.
Primero porque, en nuestra maravillosa Constitución, el grueso de los derechos sociales no son reivindicables ante la jurisdicción constitucional ni ante los tribunales ordinarios (sólo puedo reclamar los derechos sociales que el legislador haya plasmado en la ley concretando su enunciación general en la Constitución, y si decide no plasmarlos o hacerlo de forma absolutamente insuficiente, no puedo pedir al Tribunal Constitucional que le obligue a respetar la Constitución). Es decir, que los derechos sociales del Capítulo Tercero de la Constitución son papel mojado, porque un derecho no es nada sin las garantías para reivindicarlo y hacerlo efectivo.
Y segundo porque el Tribunal Constitucional es un tribunal político, con magistrados apadrinados (y elegidos, seamos francos) por PP y PSOE que seguirán la disciplina de ambos partidos (y de los poderes económicos que los financian) a pies juntillas, entre otras cosas para beneficiarse de las puertas giratorias judiciales que, cuando acaben su mandato, les permitan irse al Tribunal Supremo, o a la Fiscalía General del Estado, o de vocales al CGPJ...siempre de la mano del partido que les ha apadrinado y que tiene la llave para asignar esos otros altos cargos.
En dicha tesitura, y con unos medios de comunicación que (al menos en el caso de los grandes) son poco proclives a visibilizar las injusticias que dañen la imagen de los poderes económicos que los controlan, es imprescindible que la gente pueda visibilizar en la calle, parando desahucios o cortando la Vuelta Ciclista, situaciones tan evidentemente injustas como el genocidio en Gaza (o más bien la tímida respuesta del gobierno hacia él), el precio de la vivienda o los salarios absolutamente insuficientes para mantener el poder adquisitivo de los trabajadores con la inflación que vivimos.
Es bueno porque nos recuerda nuestra condición de ciudadanos y no de súbditos. Es bueno porque aviva nuestro espíritu crítico. Es bueno porque mantiene vigente la idea de que los poderes públicos pueden legislar y juzgar casi como les plazca, pero siempre con el límite del respeto a los derechos que son inherentes a la dignidad de todo ser humano, y por tanto patrimonio inalienable e inatacable de esa persona. Y es bueno porque, si la desobediencia alcanza un seguimiento masivo, puede obligar a las autoridades a hacer cosas. Si no, que se lo digan a Martin Luther King.
De ahí mi orgullo ante lo que pasó en la Vuelta. Porque admito que la ley goza de una legitimidad prima facie, fruto de su elaboración por representantes electos por la ciudadanía y que, por tanto, no debe ser desobedecida a la ligera. Pero hay casos donde la evidencia de la injusticia, y con ello la ilegitimidad de la ley o de las decisiones políticas denunciadas, resulta flagrante y sangrante. En esos casos, la desobediencia civil es un deber político y moral. Porque la obediencia ciega a la misma convierte a los pueblos en rebaños, y los rebaños siempre acaban en el matadero.
No me enrollo más, pero si os interesa el tema me permito dejaros dos escritos sobre la justificación racional de los principios de justicia que todo sistema político legítimo debe respetar djhr.revistas.deusto.es/article/view/3281/4179 y sobre la justificación de la desobediencia civil en los (al menos nominalmente) Estados sociales y democráticos de Derecho como España www.rtfd.es/numero15/02-15.pdf
Creo que es necesario llegar más allá de lo que dijo Wilbur Scott en sus principios de crítica literaria. Creo, por ejemplo, que 1984 es un libro de ficción, pero contiene más verdad que muchas enciclopedias. Del mismo modo, los Protocolos de los Sabios de Sión son una falsificación burda y miserable, ficción de mala calidad, pero visto lo visto en los últimos tiempos, parece que al mismo tiempo es totalmente verdadera.
La ficción puede ser un modo de contar la verdad. El más potente, quizás.
Alfred Toohey.
Últimamente he leído varios artículos relacionados con las visitas de Menéame por parte de Livingstone85, Imparsifal y puede que alguien más, preguntándose por las pocas visitas de MNM en comparación con otras páginas de internet.
En mi opinión una manera de crear comunidad (¿Se traduciría eso en más visitas? Yo no lo puedo asegurar pero creo que sí) es dar más valor a los comentarios y contribuciones de los meneantes más allá del propio meneo. Al fin y al cabo es para lo que muchos venimos aquí. La manera de funcionar de un agregador es demasiado apresurada para poder valorar y contrastar comentarios y contribuciones que son la quintaesencia de este sitio.
Participar en una noticia de más de unos pocos días de antigüedad significa que nadie va leer tu contestación, duda, contribución... Y las personas no funcionamos al ritmo de las portadas de los periódicos. Aunque a veces parece que es lo que se pretende por parte de algunos. Para eso compran los millonarios medios de comunicación. Pero volviendo al tema: que una noticia sea portada significa (en general) que el tema que trata tendrá unos minutos de gloria y con suerte unos cientos de comentarios que se perderán en el tiempo como lágrimas bajo la lluvia.
Modificar Menéame para dar más relevancia a los comentarios y contribuciones creo que significaría transformarlo en un foro pero liándola parda así que creo que es algo que habría que descartar. Pero habilitar un foro paralelo que integre la discusión que pueda darse en las noticias me parece algo más factible. Muchos pensaréis "¿Un foro en 2025? No jodas, Carakola,". Pero ahí está forocoches por poner un ejemplo.
No sé exactamente como habría que organizarlo. Abrir un tema en el foro por cada meneo me parece excesivo. Se podrían agrupar noticias relacionadas en un mismo hilo, o dejar la creación de hilo como opcional. O podría limitarse a las portadas o crear hilos para temas determinados (Genocidio de Gaza por ejemplo) en los que poder agregar meneos aunque no lleguen a portada... hay muchas posibilidades pero el objetivo sería dar más relevancia a los comentarios fuera del ritmo de portadas de Menéame.
Bueno, ahí van mis 20 céntimos.
menéame