Durante días, Torre Pacheco ha sido el epicentro de una tormenta mediática, política y social que ha puesto en evidencia lo peor —y también lo mejor— de una sociedad fracturada entre el bulo y la convivencia. La agresión a un anciano, convertida por la ultraderecha en excusa para desatar una caza de brujas, ha desatado una oleada de odio racista promovida desde redes sociales y grupos organizados, mientras la respuesta institucional se quedaba corta o llegaba tarde. Entre el ruido, las mentiras y la violencia, resurgen algunas verdades incómoda