Finalmente, ha llegado el día. Después de comer en el último restaurante de moda según la crítica gastronómica en Barcelona, a la salida me he tenido que parar en el turco de la esquina a comprarme un kebab. Me he quedado con hambre. El mito cejijunto por excelencia de los noventa, eso del pasar hambre en las mesas de alta cocina, que nunca fue verdad, se está haciendo realidad hoy en la gama media-alta urbana. De las capillitas del producto fundadas por los que antaño fueron aprendices talentosos en los grandes templos, se sale, cada día más