Un bicho verde, con ojos saltones y antenas, sujetaba un cartelito con mensajes tan simples como pegadizos: TOI CANSAO, TOI ENAMORAO, TOI RALLAO. ¿El resultado? Una fiebre colectiva que hizo que más de 150 millones de cromos circularan por mochilas, carpetas y puertas de neveras en España y Portugal entre 1989 y 1991.