La noche de San Juan era, hasta no hace tanto, una celebración sencilla en las zonas de costa: fuego en la arena, baños nocturnos, cenas entre amigos y una oportunidad para empezar el verano de forma mágica. Las hogueras reunían a vecinos y desconocidos, los deseos se escribían en papel con el sonido del mar de fondo. Hoy, en cambio, el fuego sigue ardiendo, pero entre plástico, cristales y colillas. Las playas despiertan con otro tipo de resaca: montañas de basura, plásticos flotando en la orilla y operativos de limpieza que trabajan...