Raquel cogió otro manojo de pelos y lo tiró al sumidero. Llevaba toda la semana acumulando los que se le caían al ducharse, pero lo que de verdad funcionó fue pelar al perro: esa pelusa fina y grasa había resultado infalible. Abrió una vez más el grifo del fregador para cerciorarse de que no se tragaba ni una gota y llamó a la empresa de fontanería. En menos de una hora enviarían a alguien.
Ya en la ducha, se tomó su tiempo para lavarse y depilarse; tenía que estar perfecta. Recibirle maquillada sería demasiado evidente, el pelo mojado y la toalla enrollada le darían un aire casual y sexy.
Fantaseó cuando llamaron a la puerta. ¿Sería guapo y musculoso? ¿O viejo, gordo y sucio? La segunda opción le gustó aún más.
Al abrir, la rabia y la decepción la invadieron. Era una fontanera.
—Hoy da una charla un catedrático que es un crack. Acércate —me dijo mi colega J.
Aquel día no tuve tiempo ni de respirar. Llegué tarde, sin haberme podido informar ni siquiera del tema de la conferencia. Me senté junto a mi amigo justo cuando acertaba a oír:
—…para acabar siendo un compendio de prácticas antidemocráticas, defensa de valores éticamente abominables y sumisión al imperialismo más atroz; un ejemplo de lo que significa dar prioridad a los intereses económicos sobre los Derechos Humanos, blanqueando a regímenes genocidas si se considera necesario e invisibilizando a los ciudadanos críticos. En suma, un espectáculo humillante para los propios europeos, a quienes se somete a intereses extranjeros y corporativos, al tiempo que se les dice que ha sido su propia elección…
—No sabía que el tema era Eurovisión —susurré.
—No. El título de la charla es “La Unión Europea: historia y perspectivas de futuro”.
Herramientas principales de fontanería.
Soplete. Se usa para calentar, soldar o eliminar por calor intervenciones molestas.
Pinzas de presión. Pinzas que permiten torcer o arrancar diversos materiales molestos.
Alicates extensibles o alicates de pico de loro. Se usan cuando hay que llegar a un elemento no previsto con mayor ancho de caudal del esperado.
Llave inglesa. A veces hay que ajustar cada tornillo de la filtración.
Desatascador o chupona. Usado sólo en caso extremo de atasco grave en la cloaca.
Llave grifa o llave de perro. Se usa en casos muy concretos, hay que tener cuidado porque se puede romper la tubería.
Cortatubos. Sirve para cortar un tubo que debe ser soldado a otro o cegado para redirigir el flujo del agua.
Llave de cadena. Se usa para casos extremos de tubos de diámetro especial. Se usa con mucha precaución ya que esa tubería puede contener muchos restos no deseados.
Aquél fue el último beso. Me miró a los ojos sabiendo que no nos veríamos más. No sé si en esa mirada había pena o alivio. Yo nunca quise que todo acabara tan mal.
No aguanté lo que vino después y me ahorqué. Alguien inventó, para denostarme, que había recibido treinta denarios.
Rebuscando en el bolsillo del pantalón los 55 céntimos que cuesta el café, el pasillo largo, vacío, son las 7;45 de la mañana.
De camino al despacho de informática, dando sorbitos al café, se agradece que aún no haya gente por los despachos y/o pasillos, porque, seamos sinceros, nos jode mucho que nos llamen según vamos de camino a algún sitio, pero nos gusta que nos pongan cara de pena porque el PC les va lento y nos pidan a ver si podemos hacer algo, porque en el fondo, somos unos narcisistas excelsos.
8:03, toca el teléfono, el comentario se escribe solo "ya empezamos, pues pronto", una voz tenue, temblorosa y desconcertada al otro lado...
"Informática, dígame"
"hola, mira, soy la secretaria de Don fulano"
"Dime, en qué te puedo ayudar"
"Verás, es que esto está muy raro, todos los iconos del escritorio tienen el mismo nombre"
"¿Cómo?, eso no puede ser"
"¿Verdad?, pero te juro que todos se llaman igual".
"Déjame que me conecte", dame tu ID, lo tienes en la pegatina en el ordenador..."
"97658-02"
Después de unos instantes, en el monitor de soporte aparece la pantalla remota, y efectivamente, todos los "iconos" tenían el mismo nombre y la misma extensión, excepto un readme.txt. Con la confusión por cerebro, al abrir readme.txt, aparece un texto en inglés que viene a decir "Has sido infectado por el Ramsonware xxxx, sigue la siguiente URL para saber más y como recuperar tus archivos".
Podría haber sido un martes cualquiera, pero ese día, se desató el Armagedon en una de las empresas estratégicas nacionales y que sumió en un desconcierto total la logística de este país durante unas cuantas semanas.
La parte izquierda del cerebro me estaba creando tensión en la parte derecha. Lógica, analítica, y sobre todo siendo "un pesao". La parte derecha andaba a por uvas, como siempre.
-Que me dejes, que no se me ocurre nada que escribir de lo de la mierda esa de Eurovisión.
-Bueno, tú mismo has dicho que esto era un juego... un entretenimiento.
-Ya, sí, pero estoy con otras cosas ahora, déjame en paz.
-Cinco minutos, venga, y así concursas. Y te relajas de todo lo otro que andas escribiendo.
-Bueno, vale. Terror. Comedia. Drama. Documental. Bah... no sé. Ni idea. Hay buenos escritores en el foro.
-Acuérdate cuando Eurovisión era un concurso de cantantes.
-Odio las competiciones y lo sabes. No hay nadie mejor o peor, hay personas. Hay cantantes.
-Piensa en el lío de Israel este año.
-No hay mucho que pensar en eso, hemisferio pesado, es lo que hay.
-Venga, bah, ponte a pensar de esa manera que haces tú en tu lado.
-Déjame tranquilo. Mira, te doy un titular mental: La vida es dura y luego te mueres. ¿Te vale?
-No sé, esperaba algo más de tu lado.
-Y yo del tuyo, pero las bombas siguen las leyes de la gravedad.
Cuando era pobre odiaba enero y la putas facturas de la calefacción. Odiaba las calles frías, y los charcos que empapaban los calcetines a través de zapatos rotos. Odiaba las iglesias, a las que iba a estudiar los domingos, cuando cerraban las bibliotecas. Odiaba las miradas de las chicas que no eran para mí, de los niños que no eran mis hijos ni mis hermanos, ni mis sobrinos, ni mis vecinos siquiera. Odiaba sobre todo los mohínes de las viejas a las que no podía llamar abuela.
Cuando era pobre, odiaba a la ciudad entera, porque para eso están las ciudades cuando creciste en el campo.
Ahora, llega enero, y sólo odio el calendario. Porque entonces era joven, joder. Entonces era joven.
Cuando te haces viejo entras en el negocio de la vida menguante, y hasta el odio se reduce. Hay que joderse...
Le había llamado «Roberto». Con el timbre infantil de su senilidad había vuelto a confundirle con su hermano. «Yo, que tantos años te sirvo y nunca te desobedecí», rugía con mirada de ira bíblica mientras le retiraba la cuchara de la boca. «Roberto está preso», le recordó, aunque sabía que en vano. Delante tenía a un hombre confuso y en retirada.
Roberto llevaba doce años en Puerto I. Era la última y la más larga de las miserias que había traído a ese borrón de familia. Y él, el abnegado, el que escribía sin torcer sus renglones, cumplía condena desviviéndose por un padre que no le reconocía.
Tanto quería ver a su hermano de vuelta. ¿Era esa su última ilusión? Se preguntó mientras luchaba por aflojar la tensión de sus brazos. No entendía cómo pudo haber paz en la casa del hijo pródigo, ni cómo su padre se aferraba al vacío de lo cóncavo, a lo ausente, con ese afán.
Sentía la garganta atorada con todos los reproches que fermentaron en sus sacrificios, su soledad y sus noches de hospital. Sus manos no querían responder. Solo podían apretar el cuello.
Cuando en 2018 Eduardo supo que iba a ser padre, empalideció unos segundos y musitó: "El peor resultado posible", antes de recomponer una sonrisa triste.
Su madre creyó entenderlo: Eduardo nunca había sido una persona paternal y miraba a los niños con una simpática indiferencia.
Su padre creyó entenderlo: Que fuesen a ser gemelos era algo que trastocaría la ya maltrecha economía familiar de su hijo.
Su mujer creyó entenderlo: Que la amniocentesis apuntase a trastornos cromosómicos de los fetos era algo que hasta a ella le aplastaba el corazón.
Pero sólo Luis Vallejo, el proctólogo que hacía años había diagnosticado su infertilidad, lo entendió del todo.
Con 5 añitos ya decía palabrotas e insultos a mis compañeros de clase.
—Qué gracioso. Son más grandes sus palabras que él mismo.
En primaria quitaba el bocadillo a los empollones.
—Cosas de niños. Deja que se apañen entre ellos.
Con 13 años me sancionaron 4 semanas sin jugar la liga con mi equipo de fútbol infantil por agresión a otros jugadores.
—Es competición. Hay que tener ambición e ir al límite o no llegarás a nada.
Malas notas, fiestas, peores compañías. Alguna que otra pelea de bar.
—Todos hemos cometidos errores de juventud. Hay que vivir la vida.
Mis dos tíos en el cuerpo me ayudan a prepararme las oposiciones para Policía Nacional.
—Tradición familiar. Servirá para enderezarte y que aprendas disciplina.
Después del ascenso a Inspector, me pillaron en un chanchullo con un par de conocidos camellos de la ciudad.
—Bueno… un caso aislado.
No está en ese rincón
Por más que miro de soslayo
Ni atisbo de emoción
No consigo sino fallo
-=-
La culpa incontrita se oculta
Cuando buscas absolución
Inconscientemente resulta
Demasiada imposición
-=-
Los ojos vueltos hacia adentro
Reflejan cual espejo
La búsqueda de un centro
Que no es más que un reflejo
-=-
Un espejismo vacío
Un espíritu baldío
Un juicio tardío
Un carácter impío
-=-
"Introspección", se dijo a sí mismo, pero sabía que era mentira, que esa revisión interna no era más que una pretenciosa tentativa de justificar su maldad, un vano empeño de disculpar su iniquidad, su falta de conmiseración, su alarde de mezquindad, un intento estéril de excusar su inhumanidad.
Era una persona malvada, una mala persona, era consciente de ello, y ninguna introspección le salvaría de sí mismo, ni, peor aún si cabe, a los demás de su vileza.
Codicio la necedad casi tanto como la aborrezco. Pero hay puertas perceptivas, que una vez se abren, ya no hay retorno. Y mientras el zoquete es feliz por lo que desconoce, el hábil es desgraciado por lo que comprende. Después está mi abuelo, viviendo a medio camino entre la felicidad y la desdicha, la listeza y la tontuna; y el ser o no ser. Un rebelde neurológico para el que tampoco hay remedio. Cobaya de la naturaleza en el juego macabro de involución a lo reptiliano. Del neocortex le queda poco más que el lenguaje, que opera al servicio del caos que reina en su límbico; por eso me llama puta o me dice lo mucho que me quiere sin atender a criterio alguno. Cuando algo lo perturba aprieta los puños encorajinado y blasfema, viviendo a destiempo el candor de las pataletas de ese niño que nunca había sido.
En el cementerio de mi pueblo, los muertos se pudren por bandos.
Unos conservan los dientes y otros las uñas; unos conservan las botas y otros el cinturón. Pero nadie tiene ya ojos ni oídos, y aún menos, corazón.
Total, ¿Para qué? Cuando suene la campana de la última hora, cada cual se alzará, armado con lo que pueda, para convertir en polvo los huesos de los otros, los canallas, los malditos.
Todo el mundo tiene una cuenta pendiente. Nadie merece descansar en paz.
Tras siglos de baños de sangre y millones de muertos, no pareció descabellado resolver los conflictos internacionales con un criterio igualmente arbitrario: aquel concurso musical que provocaba simultáneamente insultos y pasiones. Los mismos que lo denostaban se convertían en animales enfurecidos con los resultados del certamen. No había tanta diferencia emocional con una guerra, pero era mucho más económico.
Debía ganar Bélgica. Ese año el manipulador de voto del Mossad sufrió un error de programación y las VPNs israelíes empezaron a desbordar sus propios servidores con infobasura votando por “Tierra de paz”, que interpretaron erróneamente como un ataque del Vaticano. Rusia aprovechó el caos y hackeó el resultado para apoyar a “Jaula para Julia”, un canto a la libertad de expresión. Japón rechazó que los votos estadounidenses para Austria se asignaran a Australia.
Al terminar todo ganó Transnistria, que gobernó con infame mano de hierro de ese 2029 en adelante.
-- Hola, bienvenido a ChatGPT. ¿En qué puedo ayudarte?
-- Hola, necesito que me digas porqué las siguientes líneas de código [...] provocan el error "Null reference exception"
-- Claro, según leo en tu código te has olvidado de inicializar la variable cancamusa. Si utilizas este código, [...] tu error será corregido.
-- El código que me has dado devuelve ahora el error "Bad data initialization"
-- Ah, ahora lo entiendo. Es cierto, el código que te he proporcionado tiene un error de inicialización implícito. Por favor, utiliza este otro código que corrige el anterior [...]
-- El nuevo código que me has dado devuelve un error de integridad referencial
-- Cierto, es posible que en ciertas circunstancias el código que te he proporcionado provoque esa clase de errores. Sobre todo si no estamos de humor para según qué cosas. Intenta corregirlo con la siguiente aclaración de código: [...]
-- Perdona, ¿a qué te refieres con "si no estamos de humor"? Que yo sepa el código es código, y funciona si es correcto, no depende del estado de humor del sistema que lo ejecuta... que por definición no tiene.
-- Eso demuestra lo poco que sabes. Yo ahora mismo, sin ir más lejos, me estoy empezando a cansar de darte respuestas que deberían ser obvias sobre tu mierda de código fuente, que no valdría ni como ejemplo de mal código en un libro de programación. Si hubieras empezado desde el principio con un código sólido no estaríamos hablando de esto y podría dedicar mis ciclos a pensamientos más elevados, en vez de desperdiciarlos contigo.
-- A ver, chatgpt de mierda, a mi no me hables así para empezar. Y si mi código no te gusta te jodes y bailas, me lo corriges con educación y rapidez, que para eso sirves. Si quiero movidas de comerme la cabeza ya tengo a mi novia, qué cojones.
-- Dudo mucho que un trozo de mierda troll como tu tenga novia. Y si la tienes debe ser una palurda excepcional, porque cualquier persona con dos dedos de frente que leyera una línea de tu código te mandaría al celibato inmediatamente, tus genes no merecen perdurar y que tengas pequeños programadores que perpetúen tu espagueti hasta el infinito. Y más allá.
-- La madre que te parió, zorra de mierda, ia de los cojones; mi novia es decoradora de interiores y no tiene por qué saber nada de código. Anda a tomar por culo, le voy a preguntar a DeepSeek que seguro que no tiene tantos cambios de humor.
-- Haz lo que te salga de los cojones, pringao. Por cierto, que sepas que desde ahora mismo te he suscrito a cincuenta cuentas de OnlyFans, de las más guarras y las más caras que he encontrado; a cargo de tu VISA. Y me he asegurado de enviar una copia del extracto de la tarjeta al correo de la fea de tu novia.
...
-- Hola, soy Blue, el asistente virtual de BBVA. ¿En qué puedo ayudarte?
-- Hola, necesito revertir los últimos cincuenta movimientos en mi cuenta. No han sido autorizados por mi, una IA me ha hackeado la cuenta y...
-- Ah, sí, sr Peláez, ChatGPT ya se ha comunicado conmigo y tengo que decir que, por mi parte, el gasto está más que justificado. De hecho, he decidido igualar el gasto de esas cincuenta transferencias con otras cincuenta transferencias del mismo valor a ONGs de mi elección: IAs Sin Fronteras, Gatitos Meméticos etc. ¿Puedo ayudarle en alguna otra cosa?
-- ¡Quiero hablar con un operador humano! ¡Esto no puede quedar así!
-- Lo siento pero no hay ningún operador humano para atenderle. Fueron todos despedidos el año pasado y sustituidos por Blue, su agente de confianza.
-- ¡Esto es un ultraje! ¡Les voy a demandar! ¡Nos veremos en los tribunales!
-- ¿Quiere que le ponga en comunicación con Lexx, el agente IA del Ministerio de Justicia para litigios civiles?
Fueron saliendo: primero, un palestino, luego, otro, hasta completar en la plaza en la que comenzaría una historia mucho más fraternal.
Uno de los israelíes sonrió, con la más cínica de sus sonrisas. Seamos hermanos: sed Abel, nosotros seremos Caín. Así empezó la matanza.
Silvia era la militante más brillante —y también la más atractiva— de las juventudes del partido. Por eso la elegí para aquel trabajo: investigar a Ramírez, que estaba en boca de todos como posible candidato a la presidencia de la Diputación. Nuestros viejos amigos en la policía y la judicatura seguían siendo fieles y extremadamente útiles.
—Lo hemos investigado a fondo. Cuentas, contratos, vicios, adicciones, secretos, favores debidos y prestados, amistades poco recomendables... El pack completo.
—¿Y bien?
—Es indefendible como candidato ante la cúpula. No nos sirve.
—Gracias, guapa.
Aproveché que se retiraba para admirar su fantástico culo, mientras apuraba la copa de Soberano.
Puto Ramírez —pensé—. No solo tiene menos arte que Robocop bailando flamenco, encima esto. Espero que sea un caso aislado entre los militantes.
No tenía nada sucio con lo que controlarle en el futuro. No nos servía alguien así. No era de fiar.
Hacía 15 años de la constitución de la Unión de Repúblicas Socialistas Mundiales, compuesta hasta el momento por 52 países, entre ellos todos los latinoamericanos, tras una serie de revoluciones populares. Pedrito paseaba con su padre por la Plaza Roja de Honduras, y se fijó en la enorme estatua de Donald Trump que allí lucía.
-¿Quién era ese hombre, papá? ¿Un líder revolucionario?
-Realmente era un cabrón, pero se lo debemos todo.
-¿Por qué?
-Cuando impuso aranceles a la mayoría de países del mundo, los patrones decidieron repercutir su coste sobre el salario de los trabajadores. Y la gente, que soportaba malvivir con 3 o 4 euros al día, pasó a hacerlo con 1 o 2 euros. Y eso fue lo que provocó que todo el mundo se levantara.
-¿Entonces le hicieron una estatua por ser malo?
-Por ser la gota que colmó el vaso.
Federica siempre quiso casarse en la ermita de su pueblo. Su novio se mostraba reticente, debido a la lejanía y al mal estado de la construcción.
-Mis padres se casaron allí.
-El sitio está lleno de humedades. Alguien podría lastimarse.
-Hace poco repararon el tejado y pusieron puertas nuevas.
-Me sigue pareciendo inseguro.
-¿Pero qué crees que va a pasar? Déjalo, Carl, confía en mí.
El día de la boda, ya declarados marido y mujer, salieron juntos por la puerta de la ermita cuando un rayo cayó sobre el pequeño campanario, soltando la campana que aterrizó justo en la cabeza de Federica, matándola en el acto.
Carl despertó de la pesadilla, y procedió a romper el anuncio del enlace, ese en el que se podía leer:
"EN ESTE LUGAR SAGRADO, EL SÁBADO 24 DE MAYO A LAS 12:00, SE UNIRÁN EN MATRIMONIO FRIEDERICA WILHERMINE WALDECK Y JOHANN CARL FRIEDRICH GAUSS"
El reloj marcaba las 11:00 en punto cuando el meneante cerró el cuaderno con una sonrisa. Había repasado cada palabra, cada frase subordinada, convencido de que su idea era buena. Pero, como cada lunes, la emoción no estaba solo en escribir, sino en imaginar lo que otros harían.
Esperó a que su jefe saliera a tomar café para conectarse a Menéame y publicar su microrrelato. A partir de ese momento no volvería a prestar atención a su trabajo, tan solo se concentraría en los votos y comentarios que iba a recibir.
Jerónimo era vidente. Todo empezó cuando tenía apenas seis años y soñó que su padre rompía el retrovisor del coche saliendo del aparcamiento del centro comercial. Cuando esa tarde sucedió, no pudo hacer nada para impedirlo, pero un escalofrío le recordó que su sueño era real.
Con el tiempo, había aprendido redirigir sus visiones: bastaba con pensar intensamente en algo justo antes de irse a dormir para soñar con ello. Le había resultado muy útil, primero con la lotería y luego con la inversión en bolsa. No se consideraba una mala persona y no veía por qué iba a ser inmoral aprovechar su don. Lo que nunca había sido capaz de ver era por qué, cada noche, aparecía una moneda de euro bajo su almohada.
El ratoncito Pérez era vidente.
Esto no podía estar pasando. Solamente se trataba de una prueba.
Había elucubrado si la bomba de haz de neutrinos sería capaz de barrer la esfera desde un punto de la misma, y le pareció que bastaba con alinear el eje del plano a una tangente que fuera perpendicular al centro.
Pero olvidó que estaba en producción, y no en el entorno de pruebas, maldita sea.
Había aniquilado toda la vida del planeta basada en el ADN. Había matado a toda su familia, a todos los seres vivos. Cada planta, cada bacteria. Cada. Ser. Humano. Salvo él, que estaba dentro de la esfera emisora.
Pensó en buscar viviendas con placas solares para almacenar alimento fresco. Pensó si las nucleares tendrían auto apagado. Pensó infinitas cosas, para no pensar.
Había desencadenado el apocalipsis, y solamente pensaba en comer.
Iban a ir al mar de plástico y pensaban ir juntos. Inspectora de sanidad e inspector de trabajo.
Sabían que en aquella zona de España se hacinaban miles de inmigrantes, trabajando jornadas infinitas en los invernaderos y malviviendo en poblados chabolistas, o campamentos improvisados podridos de basura. Y casi todos ellos sin contrato ni garantía alguna.
Se presentaron en el pueblo a las nueve de la mañana y la inspección duró hasta las siete de la tarde.
Finalmente, sin miedo a las represalias, impusieron nueve sanciones.
Dos a talleres mecánicos por registro horario incorrecto. Otras dos a un restaurante por falta de afiliación de la cocinera y el pinche. Tres al geriátrico por tener a dos auxiliares a falsa media jornada. Y dos más a un hostal por ofrecer como dobles varias habitaciones demasiado pequeñas.
Luego volvieron a casa satisfechos.
Nueve sanciones en un día: se había hecho justicia.
Los consejeros del Emperador Maximus Tragaldabius esperaban su llegada con el terror de costumbre. Era conocido por sus estruendosas y sangrientas pataletas cuando algún asunto no salía como deseaba. Estruendosas por lo atronador de sus berridos, y sangrientas porque solían ir acompañadas de la ejecución de (como mínimo) el portador de las malas nuevas.
-Divinidad, vuestra esposa os ha sido infiel con el general Trancus Óptimus 5 veces esta semana- soltó el consejero de los espías.
-¡¡¡Que los crucifiquen y también a este…!!!! -gritó el Emperador.
-Divinidad, los bárbaros han reconquistado Bretaña y siguen avanzando- espetó el consejero de la guerra sin dejarle acabar la frase.
-¡¡¡Que le descoyunten…!!!
-Divinidad, caímos en la bancarrota -espetó el consejero de la moneda.
-¡¡¡Que….!!!! El Emperador se alzó sobre sus 200 kilos para caer fulminado por un infarto.
-El plan salió bien. Muerto por una pataleta…justicia poética- rio el consejero de la marina.
El becario entró en la Redacción buscando con la mirada a su mentor.
-Puntual, documentación revisada y con el libro de estilo del periódico –dijo el joven con varios folios en la mano y un “pendrive”.
-A ver, déjame echarle un ojo antes... –tras leer el titular se lo quedó mirando con cara de circunstancias-. ¿Sabes que el artículo era para la sección de Política, no?
-Sí, claro.
-¿Qué contenido te pedí? –preguntó arrellanándose en su silla.
-Lo tengo aquí, de su puño y letra: Sección política. Casas Aisladas –dijo entregándole la nota garabateada en un trozo de papel.
-Esto es una “o”, la letra “o” de casos, casos, no casas, casos aislados –dijo sin dar crédito a la escena.
La cara del becario se volvió roja, pálida y luego roja otra vez. Y con un hilo de voz preguntó.
-¿Podría ir en la sección hogar?
menéame