Ayer fui por primera vez a la manifestación del Orgullo en Yecla. Fui sola y me quedé en una esquina de la Plaza Mayor, observando. Vi a chavales como mi hijo, con pancartas, con música, con alegría y pidiendo respeto, nada más. Gente conocida torcieron el gesto y apartando la vista. No lo aguanté y me salí del grupo, era demasiado para mí. Me costaba mucho aceptar que me vieran entre ese grupo de chavales o que me pudieran relacionar con ellos.