Concurso de microrrelatos de Menéame
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Multidivisión

El Dr. Hachikson observó con detenimiento el experimento. —¡Un poco más de corriente! —gritó—.¡Más, más! Su ayudante movió una rueda hacia la derecha y subió una palanca situada justo al lado. El cuerpo convulsionó levemente y en su interior miles de celulas comenzaron una danza, dividiéndose en pares, decenas, miles y millones. Unos intantes después, los organos internos se dividían y formaban mágicamente en el interior de la masa de carne. —División...
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La torre de Babel

La altura de la torre ya era tal, que se la consideraba una intrusa en el cielo; las aves se posaban en las cornisas de las plantas más altas, sin atreverse a entrar, recelosas, y las nubes, orgullosas, atravesaban la torre con indiferencia. A cada planta construida, los límites del cielo se alejaban. La perspectiva de no alcanzar sus propósitos, lejos de desanimar a los humanos, les agitaba, tal como les sucede a los jóvenes caballos con la perspectiva de una inabarcable llanura. Debido al infundado temor de ser alcanzado, Dios &n …
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El gusano Planaria

Despertó sobresaltada. Percibió un olor distinto, como el de un lugar ajeno. Se miró fijamente en el espejo y se preguntó si el reflejo también la estaba observando. Sonrió al darse cuenta de que había perdido peso. Vivían juntos en la vigesimosexta planta de un pequeño apartamento, dividido en tres habitaciones. —Las paredes son importantes, permiten mantener las cosas separadas —le decía él cuando se encerraba en el despacho. Fueron a la universidad por caminos separados. Ella le …
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Ewige Vernichtung, nimm uns auf

En el cementerio de mi pueblo, los muertos se pudren por bandos. Unos conservan los dientes y otros las uñas; unos conservan las botas y otros el cinturón. Pero nadie tiene ya ojos ni oídos, y aún menos, corazón. Total, ¿Para qué? Cuando suene la campana de la última hora, cada cual se alzará, armado con lo que pueda, para convertir en polvo los huesos de los otros, los canallas, los malditos. Todo el mundo tiene una cuenta pendiente. Nadie merece descansar en paz.
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El chibalete

El chibalete

Un mueble precioso, uno de aquellos chibaletes de cajista, desgastado por el uso, con muchas cajas, cada una de ellas con multitud de cajetines. Cada caja, un estilo; cada cajetín, un tipo. A la primera caja le puso el nombre de "Patriotismo". La abrió y empezó a llenar los cajetines de patriotismos: el que exhibía en reuniones serias, moderado; el que usaba en redes, insultante; el que mostraba con su pandilla, agresivo… A la segunda caja le puso "Religión". Sus cajetines empezaron a llenarse de "Circuncisión", de "Bar Mitzvah", …
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Divisiones Internas es el tema de esta semana en nuestro certamen de microrelatos

A veces las mejores y las peores intenciones se ven impedidas por las discrepancias entre unos y otros, así surgen las Divisiones Internas
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El pacificador

El ambiente de la oficina era irrespirable. Dos facciones de empleados se dedicaban a odiarse activamente. No es que no se hablasen, sino que se sometían a toda clase de perrerías, desde insultos en voz alta cuando el destinatario estaba de espaldas, a sabotaje de ordenadores para borrar trabajos. La Dirección recurrió al pacificador, que llegó camuflado como un nuevo administrativo. Las dos facciones intentaron camelárselo. Su respuesta a la facción A fue “no hablo con subnormales”. A la facción B le r …
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Entre dos aguas

El pasillo ya no es pasillo: es un océano sin fondo en el que ya han muerto todas nuestras esperanzas. Y la casa no es ya una casa, es un campo de batalla donde las palabras son ya armas que han ido abriendo grietas. Nadie sabe qué decir, nadie se menea por si él es el perjudicado. Quedan gestos terribles, queda el silencio.
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El cuento chino de los tres frijoles gana el concurso semanal de microrelatos de Menéame

El cuento chino de los tres frijoles gana el concurso semanal de microrelatos de Menéame

El cuento chino de los tres frijoles gana el concurso semanal de microrelatos de Menéame y La Rebelión de las Tierras Raras queda finalista
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Smartdios

Me gustan los viajes espacio-temporales a lugares desconocidos. Aterrizar sin saber dónde me encuentro ni qué me espera. Había estado en tierras extrañas, pero ninguna como aquella. Recordaba mi visita a Egipto, cuando la gente adoraba a Ra, el Dios del Sol. Sin embargo, aquí la devoción era todavía mayor a un dios material e insignificante. Si alguien estaba solo, lo normal es que estuviera postrado ante Él, con la cabeza inclinada. Los agricultores en lugar de mirar al cielo para ver el tiempo, lo miraban a …
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El veneno

Miró sus manos con sarcasmo, como negándose a recordar que son pluripotenciales. Que igual pueden lanzar una piedra que acariciar el trigo, escribir poemas con soberbia etrusca o simples mentiras paleozoicas. Miró al campo salado de avenas, al intrépido vacío de su mundo. Estaba aquí, vigilando el paso de los estorninos, estudiando el deseo y el vértigo con una indiferencia precisa, licenciado en no necesitar del mundo más que su existencia. Acarició el mineral, como transido en la experiencia de futuros …
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La inmensa oscuridad

¡Hoy es el día! Estoy harto de tantas habladurías. Dicen que el que pisa esas tierras puede ver cosas increíbles y hoy voy a comprobarlo. Llegué en coche y fui caminando hasta allí. Comprobé con mi pie izquierdo si pasaba algo al pisarla y no noté nada. Era de noche y tras varios intentos me tumbé en el suelo a contemplar las estrellas. Al cabo de un rato quedé embobado con la belleza del cielo. Las estrellas hacían viajar a mi preocupada mente transportándola a la felicidad. Por momentos olvidé todo...
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Polvo de guerra

El niño hundió la mano en la tierra oscura. Era fría, rugosa, con destellos metálicos bajo la luz fría del sol. La dejó escurrir entre sus dedos, viendo cómo los pequeños granos caían. Su abuelo le había contado historias. De cuando los países peleaban por esas piedras extrañas. Le hablaba de máquinas que las usaban, de armas, de ciudades que brillaban. Pero el niño solo veía ruinas y polvo. -¿Por esto destruyeron el mundo? susurró, dejando caer el …
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Isla perdida

Tierra, tierra. Grito el vigía. El capitán pensó que sería otra alucinación, y sería la cuarta.  Llevaban dias sin provisiones y el agua se estaba acabando. Semanas sin tocar tierra y sin viento para navegar hacia mella en la escasa tripulación que quedaba Pusieron rumbo hacia allí y una corriente extraña les llevo rápidamente. Al acercarse vieron que era real y no un espejismo, por fin podrían aprovisionarse.  Desembarcaron todos en busca de alimentos y agua, y les recibieron sus …
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Sobre tierras

 Algunas son raras. Exóticas, cargadas de microbiota, perfectas para alimentar orquídeas y hongos azules. O antiguas y herméticas como un sepulcro. Muertas por la sal, yermas para la vida y fructíferas para la belleza y la contemplación. También hay tierras que se alargan; pasas sobre ellas y te ven pasar, sembradas de álamos y lavanda. Algunas son extrañas, irradiadas. La tierra que mató al granjero de Hirosima luego lo envolvió en su lecho. Y, con el tiempo, hubo un perdón, y de aquel abrazo …
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⿴ Guapo ⿴

Estaba guapo. Muerto, pero guapo. Le habían puesto el traje de la boda de su prima Cecilia. Jo, qué boda, qué risa cuando el novio se cayó a la piscina… Y creía que ahora estaba ahí por culpa de esa boda. No, esos dolores no eran gases del cava, o de tanta comida, eran algo más. Ya lo creo que eran algo más: ahora estaba muerto por esos dolores, que resultaron ser una perforación del intestino. Pero, bueno, ahora estaba muerto ┐( ˘_˘)┌ . Y el ataúd tenía un agujero. Un …
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El cuento chino de los tres frijoles

La realidad se explica mejor como un sueño. En éste estaría Milei, frente un pequeño cuenco con frijoles, arrodillado una mesa oriental tradicional, a la cabecera, con otros tres comensales. Agarraría del cuenco un frijol con los palillos y lo depositaría en el plato del primero: -Buen trabajo recogiendo estos frijoles. Luego el frijol del plato del primer comensal y lo depositaría en el segundo: -Debéis recibir una remuneración justa. Tomaría el frijol del plato del segundo …
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La rebelión de las tierras raras

Nací cuando el mundo era analógico. Me pelé las rodillas jugando en la calle, achinaba los ojos con saña para descodificar el Canal Plus; y mis referentes de masculinidad eran Walker, el Ranger de Texas, Mr. Proper y el primo de Zumosol. En el instituto fui ese niño rarito que temía más al deporte que a la formulación química. Cuando memorizaba los lantánidos, mi padre, fanático acérrimo del cine péplum, escuchaba el eco de mis retahílas filtrarse por el hueco de la puerta. Creía...
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Pudretteita

Los mineros del valle de Cabotes, cerca de la frontera con Surinam buscan la codiciada pudretteita entre el barro y los aguaceros tropicales, trabajando de sol a sol por una paga diaria: "Heroína", dice Marcos García Utiel enseñando su boca desdentada. El pago con droga garantiza que los trabajadores regresarán al día siguiente para seguir extrayendo los pocos kilos conseguidos cada mes. La pudretteita permite crear unos circuitos especiales que destruyen todo tipo de baterías modernas hasta en cien kilómetros a la redonda. …
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Tiempos Raros

-         Llegaremos en un par de intervalos espacio-tiempo a la Tierras Raras, capitán. -         Recuérdame porqué se llaman Tierras Raras. La edad no perdonaba a la memoria del capitán, por muchas veces que se lo dijera era un concepto que no llegaba a comprender, no por la complejidad de este, a la que ya estaba acostumbrado tras décadas de viajes superlumíncos, si no por no comprender por qué los habitantes de las Tierras Raras actuaban …
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Los enemigos de Gauss

La búsqueda de tierras raras atrajo a empresas raras, con trabajadores raros y condiciones raras en sus contratos. La expedición para detectar recursos minerales en el lecho marino del Triángulo de las Bermudas daba un poco de mal rollo, la verdad. Los primeros cinco días, tormenta. Los tres siguientes, gastroenteritis a bordo como consecuencia de consumir alguna conserva en mal estado. Los cinco siguientes, constantes peleas entre los submarinistas chinos, los rusos, y los norteamericanos. Al final, cuando conseguimos bajar el material, vinieron los …
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2135: una carrera por la supervivencia

El equipo de exploración llegó a lo más profundo de lo que antes era la selva tanzana. Mientras montaban los detectores, el comandante comenzó a hablarles: -Todos sabéis que los 12.000 habitantes de Nueva España dependen de nosotros. No podrán aguantar más de 1 mes sin que localicemos una fuente de tierras raras lo bastante amplia como para cubrir al menos una hectárea. Con esa cantidad nuestros científicos podrían replicarla y crear campos cultivables. -¿Tan grave es la hambruna? Pensaba que …
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Una maratón con sombras (Valdesuei)

A sus cincuenta años seguía siendo tan competitivo que, por recomendación del cardiólogo e imposición familiar, había decidido rivalizar únicamente contra sí mismo. Se acabaron los piques, las pataletas y la autoexigencia. Con el pistoletazo de salida activó el pulsómetro y fue recorriendo los primeros kilómetros según los tiempos establecidos. Si algún corredor le sobrepasaba, respiraba profundamente, contaba hasta cinco y continuaba a su ritmo. Al girar una curva para …
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EL IRREMEDIABLE RETORNO A LA INOCENCIA Autora: AletheiaLópez (publico en su nombre)

Codicio la necedad casi tanto como la aborrezco. Pero hay puertas perceptivas, que una vez se abren, ya no hay retorno. Y mientras el zoquete es feliz por lo que desconoce, el hábil es desgraciado por lo que comprende. Después está mi abuelo, viviendo a medio camino entre la felicidad y la desdicha, la listeza y la tontuna; y el ser o no ser. Un rebelde neurológico para el que tampoco hay remedio. Cobaya de la naturaleza en el juego macabro de involución a lo reptiliano. Del neocortex le queda poco más que el lenguaje, que opera al servicio del...
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El pescador

Oswaldo amaba el mar. Nació y se crió cerca de él, y de él vivía ahora. Esa día salió temprano, un punto antes del amanecer, hacia la playa de Poneloya, con su equipo y sus pertrechos, en su vieja moto, una Norton destartalada que él cuidaba mucho, era herencia de su padre. Se llegó hasta lo de Doña Hilda, al final de la playa, a la que saludó con la mano mientras aparcaba, y agarró su equipo: las gafas de buceo en la frente, el arpón y la red a la espalda y las pataletas de la mano. No …

menéame