Durante décadas, el planeta brilló con una luz amarilla uniforme. Hoy, esa tonalidad cálida ha desaparecido del mapa. La revolución del LED, visible desde la Estación Espacial Internacional, ha creado un mundo más eficiente… pero también más brillante y más azul de lo que imaginamos. Basta con mirar la Tierra desde 400 kilómetros de altura para descubrirlo. Las manchas doradas que durante medio siglo cubrieron los continentes han cambiado de tono. Donde antes predominaba un brillo cálido, hoy domina una luz blanca, fría y homogénea.
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