Las vacaciones están sobrevaloradas, dijo Feijóo antes de irse de ídem y el hombre no pudo estar más atinado. Quienes conocemos lo que es poner un pie en la playa y recordar que en la vida anterior se quedó abierta la llave del gas, sabemos bien lo duro que ha debido de ser para los presidentes autonómicos estar en pleno y merecido descanso vacacional y caer en la cuenta de que, hostia, me olvidé de las políticas de prevención de incendios. Te amarga el chapuzón, claro.