Por los fragmentos que se van conociendo, las memorias de Juan Carlos I son un disfrute auténtico en el que el monarca, como un Vini al que le niegan el Balón de Oro, se reivindica a sí mismo arremetiendo contra todo y contra todos. Le debemos la democracia, nos explica a los españoles, ese invento creado por él mismo en 1978 con tanto éxito que hoy nos copian países como Canadá, Portugal, Alemania, Japón o Chile. Incluso los antiguos griegos.