Y le recriminó que calificara la actual crisis del PSOE como la más grave de la historia reciente del partido: "Yo, que llevo 36 años aquí, he visto a un director de la Guardia Civil fugarse a Laos (Luis Roldán), y a un ministro del Gobierno (José Barrionuevo) ingresar en prisión no preventiva tras haber sido condenado en sentencia firme por secuestro y malversación. Eso es, con mucho, lo más grave que ha sucedido en este partido". Y también aprovechó para lazarle una pulla al expresidente, Felipe González: "Por cierto, quien hoy le pide a este secretario general que se vaya, estaba allí en la puerta de la cárcel para acompañar a ese ministro", en alusión a que González acompañó a prisión a Barrionuevo y Rafael Vera en 1998.
Utilizar un caso falso para hacer una investigación prospectiva que es ilegal. Pero eh, todo en orden, que el investigado era de Podemos, si fuera el novio de la 7291, lo teníamos entre rejas de forma preventiva.
“Tú tienes un contrato, tienes un salario, tienes unas condiciones y eso es sagrado”, añade el periodista, que fue muy contundente en aquellas reuniones: “Yo dije: 'No me voy a bajar el salario. Bájamelo tú, que sabes que es ilegal, y vamos a ir a juicio”. Imaginaos si a este que era su presentador estrella de los informativos lo tratan así, cómo tratarán al personal técnico, de limpieza, a los reporteros de calle, etc... ¡ascazo de medios!
No es un simple hombre. Es un ex-vigilante de seguridad, ultraderechista, acusado también de acopiar un arsenal de armas y municiones de guerra (500 cartuchos de arma larga y 400 de arma corta), con modificaciones realizadas por él mismo, que llegó a eliminar parte del cañón o de la culata de una escopeta de caza y, también, de los diferentes tipos de revólver de los que disponía. Era un francotirador y tenía planificado cómo atentar contra Pedro Sánchez en 2018 en represalia a la exhumación de Franco, quería hacerse pasar por periodista y alquilar un piso para tener preparado el disparo. Incluso pidió ayuda para llevarlo a cabo.
Bueno, pues nada. Aquí llorando.
Cuando me preguntan qué tal llevé el confinamiento siempre digo lo mismo: que no me enteré de que estaba confinada. Vinka se puso enferma la primera semana y se fue el último día. Ya hace 5 años y el domingo hablé de ella con tantas lágrimas como el día en que se fue.
Y es verdad: no es un dolor entendido por la sociedad en general.
También porque al igual que nos pasa con las personas, hay perros que duelen más y otros que duelen un poco menos. He tenido perros que estuvieron conmigo toda su vida, ella solo lo estuvo sus últimos 5 años. Demasiado poco.
Parece ser que, en este país, hay una excepción en la ley que prohibe las investigaciónes prospectivas.
Si es contra un político de izquierdas vale todo.
Y, bueno, los fans derechuzos lo defienden "avrá ke imbestigalo"
Hace pocos días llevé a uno de mis gatos a vacunar. En la sala de espera había una familia (hombre, mujer, niño de unos once años, niña de unos nueve y una gata anciana). Los atendieron antes que a mí y resulta que iban a eutanasiar a la gata, que ya estaba enferma terminal.
A pesar de la tristeza que me causó la escena, me gustó lo que vi. Me pareció un gesto de lealtad y valentía que toda la familia hubiera ido a despedir a su gata. Ojo, que todos estuvieron con el veterinario y —sobre todo— con la gata hasta el último momento.
Cuando salieron el hombre estaba muy serio, la mujer se había puesto unas enormes gafas de sol, el niño tenía un gesto de estar apretando los dientes, y la niña lloraba, lloraba sin estridencias ni lamentos; solo dejaba resbalar las lágrimas.
No los conozco ni hablé con ellos, pero les tomé un inmediato afecto, y supe que ese matrimonio sabe educar a sus hijos; que les enseña que en la vida hay amor y también dolor, y que deben disfrutar del primero sin olvidar que antes o después habrán de enfrentarse al segundo. Y también que a nuestras mascotas les debemos lealtad y el esfuerzo de estar con ellas en sus últimos momentos para hacerles el trance un poco menos oscuro, un poco más sereno. Por mucho que nos duela verlas irse.
Al mayor de mis gatos no le debe de faltar mucho tiempo para que nos tengamos que despedir. Espero que llegado ese momento tenga la fuerza suficiente para estar a su lado, y aunque no los obligaré, deseo que mis hijos tengan el coraje necesario para acompañarnos y susurrar palabras cariñosas al gato con el que crecieron jugando. Que lo último que él oiga sean nuestras voces; que lo último que huela sea su familia.
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Por todo esto, han podido condenarle.
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ejem!
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También porque al igual que nos pasa con las personas, hay perros que duelen más y otros que duelen un poco menos. He tenido perros que estuvieron conmigo toda su vida, ella solo lo estuvo sus últimos 5 años. Demasiado poco.
Olga, qué suerte haber leído sobre ti.
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A pesar de la tristeza que me causó la escena, me gustó lo que vi. Me pareció un gesto de lealtad y valentía que toda la familia hubiera ido a despedir a su gata. Ojo, que todos estuvieron con el veterinario y —sobre todo— con la gata hasta el último momento.
Cuando salieron el hombre estaba muy serio, la mujer se había puesto unas enormes gafas de sol, el niño tenía un gesto de estar apretando los dientes, y la niña lloraba, lloraba sin estridencias ni lamentos; solo dejaba resbalar las lágrimas.
No los conozco ni hablé con ellos, pero les tomé un inmediato afecto, y supe que ese matrimonio sabe educar a sus hijos; que les enseña que en la vida hay amor y también dolor, y que deben disfrutar del primero sin olvidar que antes o después habrán de enfrentarse al segundo. Y también que a nuestras mascotas les debemos lealtad y el esfuerzo de estar con ellas en sus últimos momentos para hacerles el trance un poco menos oscuro, un poco más sereno. Por mucho que nos duela verlas irse.
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No se, corre por ahí un mene que se ve a Hitler diciendo "¿veis? Yo tenía razón". Ya da que pensar.